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Crónica:INTERNACIONAL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Blair, el nuevo líder de Europa

Lluís Bassets

Este es un cuento sobre el poder. Quien lo tiene puede cenar con quien quiera, porque todos quieren cenar con él, mientras que los que no lo tienen deben conformarse con esperar a que otros se dignen decidir si les invitan. El cuento es el de la cena que organizó Tony Blair el pasado domingo por la noche. El primer ministro británico había invitado a compartir manteles en su casa, en el número 10 de Downing Street, a Gerhard Schröder, el canciller alemán, y a la pareja de la cohabitación francesa, el presidente Jacques Chirac y el primer ministro Lionel Jospin. Era la repetición de una reunión anterior, una minicumbre celebrada antes de la Cumbre Europea de Gante el 19 de octubre. Algo le había dicho de sus intenciones a Silvio Berlusconi, a quien vio en Génova a mitad de semana a la vuelta de su gira por Oriente Próximo, aunque no le había invitado. Pero el domingo por la mañana, sin apenas margen de tiempo, Blair decidió invitar al italiano, que acababa de anunciar su disposición a mandar tropas a la zona de la guerra. Si estaban Francia y Alemania, dos países comprometidos en el esfuerzo bélico, ¿por qué iba a ser excluida Italia?

El núcleo duro europeo se construye fuera de la UE y, sobre todo, al margen de la Comisión, relegada a la administración comercial del mercado único
Es la culminación del proyecto británico: una zona de libre cambio y cooperación en la que los Estados mantienen su soberanía en política exterior y defensa

Los excluidos

Fue un fin de semana de mucho ajetreo telefónico entre las capitales comunitarias, en el que los sherpas que acompañan a presidentes y primeros ministros echaron a perder el tiempo libre pegados a los móviles. Claro, si está Berlusconi, porqué no Aznar, que también quiere mandar tropas a la zona. Y si está Aznar, cómo no la presidencia rotativa de la Unión Europea, Bélgica, y míster PESC, el único alto funcionario de la UE que se ocupa efectivamente de la Política Exterior y de Seguridad Común. Estos dos últimos, el primer ministro belga, Guy Verhofstadt, y Javier Solana, recibieron las llamadas de invitación a mediodía del domingo, y recabaron antes la autorización de todos los socios de la UE, incluyendo los ocho países que salieron desairados del trance. A última hora del domingo, con la mesa ya puesta, Blair terminó invitando a Wim Kok, el primer ministro holandés, que llegó con retraso. Cabe imaginar el disgusto de los excluidos. En Lisboa, donde el Reino Unido cuenta con amigos seculares. En Estocolmo, capital de la principal potencia escandinava. O en Bruselas, sede de la Comisión, donde los portavoces de Romano Prodi se esforzaban por no romper la sonrisa.

La anécdota de una cena contiene la categoría de una nueva correlación de fuerzas. Europa ya cuenta con un directorio de países líderes y con una primera velocidad diplomática y militar. Éste es uno de los cambios más nítidos producidos por la onda expansiva de los atentados del 11 de septiembre sobre la escena mundial. Lo que muchos observaban como tendencia irrefrenable y toda la diplomacia europea se empeñaba en rechazar como si fuera un atentado al pensamiento europeo políticamente correcto es ya una realidad sin discusión. El directorio está formado por Alemania, Francia y Reino Unido, pero no es un triángulo equilátero: Tony Blair es el líder de Europa. Quien lidera el directorio y lidera a Europa es precisamente el único de los grandes que está fuera del euro, la moneda única europea que estará en los monederos en de dos meses. Es decir, el núcleo duro de Europa se construye fuera de la Unión Europea. Y sobre todo, al margen de la Comisión Europea, relegada cada vez más a la administración comercial del mercado único.

Tony Blair ha desplegado una actividad frenética desde el 11 de septiembre. Ningún otro político del mismo nivel ha viajado tanto, ha mantenido más reuniones y ha trabajado tanto en esta crisis, incluido el presidente George Bush. Su solidaridad con Washington responde a toda una tradición británica que tuvo su máxima expresión en la actitud de Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial. Pero también refleja una concepción más matizada de la campaña contra Bin Laden, en la que se incluyen conceptos diplomáticos y humanitarios y, probablemente, un esfuerzo especial para resolver el conflicto entre Israel y Palestina. Incluye además la culminación del proyecto británico para Europa: una zona de libre cambio y de fuerte cooperación intergubernamental en la que los Estados mantengan su soberanía sobre la política exterior y la defensa.

El proyecto político

La Unión Europea ha dejado de existir como proyecto político, justo a los dos meses de alumbrar el euro. O como mínimo ha dejado de funcionar el proyecto que ha presidido la construcción europea desde mitad de los ochenta, cuando se fraguó el mercado único y el euro. Y esto es exactamente lo que todos los primeros ministros británicos venían soñando desde siempre, desde Margaret Thatcher hasta el propio Blair. Quedan los Estados, como no podía ser de otra forma, pero cada uno en su proporción, en lo que valen. Y con otros socios exteriores que recuperan o adoptan la envergadura que les corresponde, como es el caso de Rusia, convertida de nuevo en interlocutor de Washington para el continente al que pertenece.A los dos días de la cena exclusiva de Blair, los organizadores del Foro Económico Mundial, que ha venido celebrándose desde su fundación hace 31 años en la estación de esquí de Davos, en Suiza, anunciaron que la próxima reunión, del 31 de enero al 4 de febrero, se celebrará en Nueva York. Dicen que sólo por este año y debido a la factura de la seguridad, como resultado de las protestas y manifestaciones a veces violentas de grupos de antiglobalizadores. No hay duda que facilitará las cosas a los participantes norteamericanos, que viajan menos después del 11 de septiembre. Europa ha dejado de ser el epicentro del mundo para la élite mundial de la política y de los negocios desde hace mucho tiempo, pero la imaginación y la cultura europeas han permitido crear una ficción y conservar una imagen, un sueño. Eso era Davos. Ahora también esto se ha terminado. El futuro se juega en el subcontinente asiático y la cadena de televisión de moda no es ni siquiera norteamericana, sino de Qatar, un emirato del golfo Pérsico.

Rueda de prensa de Tony Blair y George Bush, tras la visita del primer ministro británico a la Casa Blanca el 8 de noviembre.
Rueda de prensa de Tony Blair y George Bush, tras la visita del primer ministro británico a la Casa Blanca el 8 de noviembre.AP

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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