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Reportaje:

La consejería de 'Gran Hermano'

La constante salida de altos cargos de Asuntos Sociales pone en entredicho la gestión interna de Isaías Pérez Saldaña

Tereixa Constenla

Dicen con malicia los funcionarios de Asuntos Sociales que trabajan en la casa de Gran Hermano. Cada semana la abandona un alto cargo. Exagerado, el mote sardónico dibuja el trasiego laboral que registra el organigrama de la casa, desde que se desgajó de Trabajo iniciada ya la legislatura de 1996-2000. La movilidad de altos cargos y puestos de confianza es uno de los rasgos que caracteriza la gestión interna del consejero Isaías Pérez Saldaña, que ha perdido por decisión expresa -vía destituciones- o involuntaria -dimisiones- a una decena de altos cargos (directores generales o viceconsejeros) y cuatro jefes de gabinete. El dinamismo en las entradas y salidas no ha sido menor en escalas inferiores como subdirecciones generales, jefaturas de servicio o puestos de asesores.

La última en dar el portazo ha sido la viceconsejera María José Fernández, que el pasado jueves formalizó ante la Consejería de la Presidencia una dimisión que venía mascando casi desde que llegó, harta del ninguneo que sufría. Su ostracismo ha sido absoluto casi desde el primer día, incapacitada por deseo del consejero para decidir sobre asuntos de su competencia -la gestión interna como el personal- o sobre cualquier línea de actuación de Asuntos Sociales.

Marginación políticaFuentes cercanas a la ex viceconsejera ejemplifican su marginación política con un acontecimiento reciente: su exclusión de la presentación de los próximos presupuestos de la consejería en la comisión parlamentaria a la que fue Pérez Saldaña acompañado por el resto de su equipo. Fernández acudió igualmente, aunque ni siquiera se sentó en el lugar reservado a los altos cargos y asesores.

Fue el detonante que esta semana precipitó la salida de la viceconsejera, que ha consumido la mayor parte de sus días en el despacho de Asuntos Sociales leyendo periódicos y navegando por Internet. 'Llegó a sentir que estaba robando el dinero que le pagaban por no hacer nada y a hundirse emocionalmente', explica alguien cercano a ella. Sin despachar con directores generales ni asuntos que resolver -el consejero desautorizó en varias ocasiones sus instrucciones internas-, Fernández sobrellevó los desaires alentada por responsables socialistas de Sevilla, que lograron frenar con éxito sus anteriores intentos de dimisión. Su disciplina orgánica -es secretaria de la agrupación del PSOE de Lebrija- acabó vencida, sin embargo, por el desgaste emocional que estaba pasando, explican algunos allegados.

Las discrepancias entre el consejero y su número dos fueron visibles en varias ocasiones en consejos de dirección de Asuntos Sociales, aunque los contactos entre ambos eran mínimos. La marginación de Fernández era de sobras sabida entre el personal, que incluso rehuía el contacto público con ella por temor a sufrir represalias.

Fernández, sin embargo, no ha sido la única en tropezar con Isaías Pérez Saldaña, un político con dificultad para encajar críticas y temeroso de ser ensombrecido por miembros de su equipo. O de fuera. Con algún representante público cortó de súbito la relación porque creyó que anhelaba su cargo. La capacidad de encajar críticas no es virtud que abunde entre la clase política, pero la intolerancia de Pérez Saldaña parece extrema, a decir de algunos. Incluso con compañeros del Consejo de Gobierno. A propósito del traspaso de competencias en materia del voluntariado a otra consejería, llegó a decir que habían 'roto las relaciones' con Gobernación.

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Isaías Pérez Saldaña (Ayamonte, Huelva, 1949) desembarcó en la Consejería de Asuntos Sociales con el excelente marchamo que se había labrado como alcalde de su pueblo. Pérez Saldaña, profesor de EGB, se afilió en 1986 al PSOE después de que le pidieran que encabezara las listas municipales. La dirección socialista de Huelva batalló para lograr que fuera el primer consejero de Asuntos Sociales, después de que el presidente Manuel Chaves prometiera en 1996 separarla de Trabajo.

La misma batalla, si cabe más dura, que libraron cuatro años después para lograr su continuidad en el Gobierno por la que nadie daba un duro. 'Hizo luego un pago extraño', dice con sarcasmo un correligionario de Huelva, en alusión a su enfrentamiento con Javier Barrero por la secretaría provincial en el 9º congreso. El consejero perdió por 46 votos, pero algunos socialistas opinan que fue una maniobra para garantizarse su continuidad en el Gobierno. La lectura orgánica de sus nombramientos no es ajena al trasiego de altos cargos. Se ha rodeado de colaboradores de Huelva, pero también ha hecho guiños a dirigentes socialistas de Jaén. Y Sevilla, aunque esta agrupación vive con gran malestar el destino poco glorioso de sus propuestas, como la viceconsejera dimitida.

Celo por el detalle'Cuando le nombraron un amigo me dijo que era muy natural y excelente pero para jugar en Tercera División'. El malévolo comentario que le hicieron a alguien que sería subordinado del consejero es compartido, con menos saña, por otros representantes públicos. 'Quiere controlar desde los ujieres a las limpiadoras, se le va la vida en temas secundarios y olvida lo principal', sostiene uno de ellos. El celo del consejero para supervisar el menor detalle llega al extremo de examinar su propios billetes de avión, que sumado a su negativa a delegar responsabilidades o protagonismo público en otros colaboradores le sumerge en una vorágine frenética. 'Va muy estresado y revolucionado, no tiene sentido de su propia medida', dice alguien que trabajó a sus órdenes.

El protagonismo público es una de las mayores obsesiones del consejero, que busca el impacto periodístico a menudo con declaraciones improvisadas sobre la marcha y promesas repetidas. En general le reconocen como 'buen comunicador', aunque algunos puntualicen que 'vende humo'. La falta de líneas maestras en la gestión es una crítica que repiten algunos cargos, que lamentan la política del detalle menor en la que ven entretenido al consejero: 'Se va a golpe de impulso de titular periodístico, no hay objetivos claros en la Consejería'.

Su personalismo exacerbado es, para algunos políticos enemistados con él, fruto de un complejo de inferioridad que le empuja a rodearse de colaboradores que no empalidezcan su papel. El clima de desconfianza y temor es, además, generalizado en el departamento. Los jefes se comunican a golpe de notas internas para evitar interpretaciones erróneas que puedan hacerles caer en desgracia. Un antiguo alto cargo recurre a una expresión popular para ironizar sobre la figura del consejero: 'Todo el mundo lleva el paso cambiado menos mi niño'.

Ceses y dimisiones

El puesto de jefe de gabinete del consejero está vacante casi desde que arrancó esta legislatura. Adela Miró, nombrada para ello, aguantó menos de dos meses. Dimitió a pesar de que su única alternativa era engrosar las listas del paro. Miró sustituyó a Ángeles López, que a su vez reemplazó al destituido José Miguel Casado, que a su vez había sustituido a Carlos Sánchez Vadillo, el primero que nombró Pérez Saldaña cuando llegó al departamento en la legislatura pasada. Desde entonces, el consejero ha destituido a tres directores generales de Acción Social (Juan Antonio Palacios, Manuel Macías y José Nieto), dos directoras gerentes del Instituto Andaluz de Servicios Sociales (Prudencia Rebollo -delegada provincial en Cádiz ahora- y Lola Curtido), un Comisionado para la Droga (José Manuel Rodríguez) y un secretario general técnico (Justo Mañas). Dimitieron, por su parte, dos viceconsejeros (Juan José López Garzón y María José Fernández) y el anterior coordinador de la Comisión Delegada de Bienestar Social, Rafael Rodríguez Mejías. El trasiego no ha sido menor en el resto del escalafón técnico.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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