Porque tienes 'malinas intensiones'
Desde que me metí en este lío de quejarme a los señores de la Academia, por lo mal que nos tratan a los andaluces con su flamante Diccionario, no pasa día sin que, al abrir el correo electrónico o meramente cruzar un paso de peatones, alguien me transmita su adhesión y, con ella, la aportación personal, el descubrimiento de una nueva ausencia. En fin, que no parece sino que mucha gente se haya puesto de acuerdo para pillar in fraganti a la noble institución, como Lopera a sus shicos en la fiesta de marras.
(Y ya que estamos con asuntos de cierta índole escabrosa, les contaré que uno de mis espontáneos comunicantes me advierte, muy alarmado, de que el Diccionario no recoge 'empalmarse', en el sentido que todo el mundo conoce, o debería conocer. Hago la consulta y, en efecto, la Academia ignora tan desafiante realidad. Aunque ya uno está curado de espantos, sí que me parece raro, tanto más cuanto que la docta casa dispone de cualificados expertos en estas vicisitudes del idioma vivo, tal que el mismísimo Cela, al menos en sus años mozos. Y que por algo dirá el presidente Aznar que 'es lo mejor que tenemos'. Más raro todavía es que no se trata de un andalucismo, como cree mi informante -con otras divertidas ocurrencias en torno al fenómeno, que no transcribo-, sino de un coloquialismo de la lengua general. Pero el hecho es que no viene. Prueba concluyente de que no se trata ya de palabra de más, palabra de menos, sino que la metodología de la Academia tiene fallos muy graves).
Pero hoy pretendíamos regresar a la poesía popular andaluza, flamenca y no flamenca, como fuente léxica del español meridional, según vamos afinando nuestro propio método. El otro día, escuchando el último disco de Aurora Vargas, guapo como ella misma, me sorprendió muy gratamente escucharle en unos tanguillos: 'Mi mare dise / que tú lo que quieres / es venirte a mi vera / que porque dise que tienes / malinas intensiones / y no me convienes'. Vamos a lo de 'malinas'. Según el Diccionario de la RAE, se trata de un adjetivo 'desusado', equivalente a 'maligno'. No estará tan en desuso, digo yo, cuando aparece en un disco de mucha actualidad. Más bien de lo que se trata es de una palabra específica del vocabulario andaluz para la lírica flamenca, que no ha perdido su vigencia en este lenguaje.
Buscando por ahí, nos la encontramos por soleá en una recopilación de Alcalá Venceslada: 'Eres malina mujer, / que al verme un día llorar / no me quisiste creer'. El fenómeno es el mismo que el de indino, por 'indigno', en esta otra expansión, de tema religioso, que recogió Rodríguez Marín: '¿Quién sería la madre / que parió a Judas? / ¿Qué hijos tan indinos / paren algunas!' No nos quieren creer en los Madriles cuando nos lamentamos, muy sinceramente, de que no quieran conocernos y tengamos que dar estos toques.
(Por cierto, que tampoco sabe el Diccionario que esta palabra designa también a la música flamenca interpretada a la guitarra. Una de las tres vertientes del arte: cante, baile y toque. En cambio, sí están una marca cubana para el mismo vocablo, con el sentido de 'trago', de bebida alcohólica, y otra mexicana, como 'calambre'. Así es la vida).
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