50 porteros de Nou Barris luchan por no ser expulsados de sus viviendas al jubilarse
Los jueces dan la razón a los propietarios
Unos cincuenta porteros del barrio barcelonés de Trinitat Nova (Nou Barris), ex policías y ex guardias civiles en su mayoría, acusan a la sociedad pública Adigsa de abandonarles a su suerte al llegarles la jubilación por obligarles a dejar la vivienda donde han residido la mayor parte de su vida. El conflicto tiene soliviantadas a estas personas que fueron alojadas en los años cincuenta por el antiguo régimen en barrios obreros con cierta fama de izquierdosos.
Una vez amortizadas las viviendas y jubilados los porteros, los pisos que éstos habitaban pasan a ser de la comunidad de vecinos, lo que brinda a sus miembros la posibilidad de alquilar o vender la portería a precio de mercado, entre 9 y 12 millones.
Tampoco falta algún inmueble en el que los inquilinos pasan factura ahora a la persona que en otro tiempo, además de las tareas que tenía encomendadas, como el cobro de los alquileres, mantenía al corriente a la autoridad gubernativa de las idas y venidas de los vecinos más rojos. Algunos porteros han cerrado acuerdos con la comunidad de propietarios para poder seguir ocupando el piso mientras vivan, pero no todos se avienen a quedarse sin unas casas que consideran que les pertenecen. Por su parte, Adigsa se desentiende del asunto dejando la solución en manos de los afectados.
A finales de los años setenta la empresa Adigsa, dependiente de la Generalitat, heredó la administración de los bloques que el Instituto Nacional de la Vivienda construyó en este y otros barrios barceloneses en 1955. Las porterías de Trinitat Nova no figuran en el registro de la propiedad como fincas independientes, sino que se consideran elementos comunitarios, por lo que, según informó Adigsa a este diario, al ser propiedad de los miembros de la comunidad, compete a éstos decidir el destino que quieren darle.
Viendo lo que se les venía encima, los afectados crearon hace cinco años la Asociación de Porteros de Trinitat Nova para defender mejor sus derechos. Ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo en la mayoría de las escaleras, los afectados llevaron el asunto a los tribunales, que han fallado hasta ahora a favor de las comunidades de vecinos. Los pisos en litigio tienen una superficie de entre 55 y 60 metros cuadrados. Los contratos laborales de los porteros, que casi nunca se formularon por escrito, establecían que mientras estuvieran en activo podrían residir allí y luego podrían quedarse con la vivienda a perpetuidad. Nadie pensó entonces que la falta de documentos escritos que así lo indicara les iba acarrear tantos disgustos. El presidente de la asociación, José Francisco Artacho, considera que las porterías son propiedad de los que las han habitado durante muchos años; por ellas pagaban una cuota al Ministerio de la Vivienda primero, y luego a Adigsa, en concepto de usufructo, que se les descontaba del salario que percibían.
Policías y guardias civilesLa situación a la que se enfrenta Luis Domine a los 76 años de edad ilustra bien cómo se siente el colectivo. 'Fui el primero en ocupar la portería de Trinitat Nova, en 1957, y llevo 44 años viviendo aquí'. La primera remesa de porteros eran todos ex policías como Domine, luego llegaron ex guardias civiles y después empleados de empresas estatales. Su misión era cobrar los recibos de los alquileres y cuidar la escalera. Cuenta que pagó mensualmente 1.600 pesetas de alquiler entre 1957 y 1985, cuando Adigsa le aplicó la ley de incompatibilidades por ser policía. En 1985 ya llevaba retirado del servicio por inutilidad desde 1968. Se indigna al manifestar que no hay en España ningún otro caso de porteros que se haya resuelto de esta forma tan desfavorable para ellos: 'Si la ley es la misma para todos, ¿por qué a nosotros nos quitan la vivienda?'. El trato que algún otro portero ha aceptado para residir allí mientras viva y que la titularidad del piso pase luego a la comunidad no lo quiere ni en pintura Domine, quien apostilla: 'Yo no quiero limosna, sino mi casa, que para eso la he pagado'.
La preocupación entre quienes no han podido negociar una salida satisfactoria va en aumento conforme pasan los días y vencen los plazos para que el juzgado ejecute los desahucios.
No les está resultando fácil encontrar apoyos dentro y fuera del barrio. La Asociación de Vecinos de Trinitat Nova se ha mantenido al margen por entender que es un asunto que deben resolver entre las partes en litigio. Aunque no se puede generalizar, no faltan en el barrio quienes rememoran la leyenda negra que algunos vigilantes alimentaron durante el franquismo, la cual los convirtió a los ojos de sus convecinos en 'auténticos espías del régimen'. A los más politizados les llevaban por el camino de la amargura, hasta el punto de que no podían evitar sentirse vigilados hasta en su propia casa. A veces el odio acumulado, pero sobre todo la perspectiva de los miembros de la comunidad de hacer negocio con una vivienda que se ha revalorizado, dificulta alcanzar un acuerdo.
Adigsa, según informó a este diario, ofrece a los ex porteros la posibilidad de solicitar una vivienda de protección oficial en cualquiera de las promociones promovidas por la Generalitat en las que quede algún piso por adjudicar. Esta propuesta no ha sido muy bien acogida por los afectados, quienes según su portavoz, Artacho, recriminan a la sociedad su falta de apoyo, aunque la siguen considerando el interlocutor de la Administración, a la q ue, entienden, correspondería encontrar fórmulas menos traumáticas para ellos que privarles del alojamiento donde han nacido y crecido sus hijos.
El problema de los porteros de Trinitat Nova llegó hace siete meses al Parlament de la mano del diputado del PSC Joan Ferran, aunque hasta el momento su inciativa, según la asociación, no ha dado el resultado que esperaban.
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