Un pionero de la industria automovilística
Gabriel Tortella, catedrático de la Universidad de Alcalá y autor del prólogo de este trabajo, señala que a través de la historia de los motores Barreiros se obtiene una fascinante visión de la sociedad española de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, y concluye que para los más jóvenes que no vivieron aquellos tiempos 'pocos libros como éste les ayudarán a entender lo que fue la economía política del franquismo'.
Y la verdad es que a lo largo de esta gran labor de investigación realizada por los titulares de Historia Económica -García Ruiz- y del Pensamiento Económico -Santos Redondo- de la Universidad Complutense de Madrid sobrevuela la paradoja de que un empresario simpatizante con el régimen y capaz de crear una de las empresas más importantes del país se encontrara ante una continua carrera de obstáculos institucionales que terminaron 'cerrándole el paso a la expansión empresarial que ambicionaba', según Tortella.
¡Es un motor español! Historia empresarial de Barreiros.
José Luis García Ruiz y Manuel Santos Redondo Fundación Eduardo Barreiros Editorial Síntesis
Desde un pequeño taller de Orense saltó a Madrid con sus tres hermanos, Valeriano, Graciliano y Celso, para crear un gran complejo industrial en Madrid que hoy da trabajo a 5.400 empleados y produjo 166.000 automóviles en 2000.
Pero las instalaciones tienen otro nombre, Peugeot, y tuvieron incluso otro antes, Chrysler, porque como señalan los propios autores al finalizar el trabajo les ha quedado el 'sabor agridulce' que supone analizar una gran aventura con un final triste.
En 1965, el New York Times dedicaba un amplio espacio a este self made man que incluía entre los seis hombres de negocios más importantes de Europa y que había vendido el 40% de su compañía a Chrysler por más de 1.000 millones de pesetas. Por aquella época era el Henry Ford español. Con 44 años no sólo estaba al frente de un gran grupo empresarial de origen familiar; su influencia en el sistema productivo de la economía española fué mucho más amplia.
En España, Barreiros llegó a ser sinónimo de motor diesel. Sin embargo, es menos conocida su aportación a otros sectores del sistema productivo, como el financiero, en el que forzó una importante liberalización en los créditos de los bancos, que tuvieron que ampliar los plazos de amortización de los créditos que se concedían a los compradores de sus camiones, normalmente autopatronos que requerían plazos de 36 meses cuando los bancos no aceptaban más de 12.
Se abrieron nuevas posibilidades para que la banca privada descontase sus letras en el Banco de España y se logró regular la financiación de la venta a plazos para vehículos comerciales e industriales. Provocó incluso un ordenamiento jurídico para la exportación de camiones.
Peugeot, Ford, BMW..., empresas familiares como la suya, le llevaban 50 o 60 años de ventaja cuando decidió incorporarse al sector del automóvil, uno de los factores que contribuyó a su declive, según el presidente de ANFAC, Javier Carvajal.
Acabó sus días en 1991 en las mismas circunstancias en que empezó, montando y desarrollando motores diesel, aunque esta vez en Cuba, después de haber contribuído notablemente al desarrollo de una industria en España que con el tiempo se ha convertido en el quinto fabricante mundial de automóviles. Para los autores, la vida de Barreiros fue una 'novela de aventuras digna de ser llevada al cine'.
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