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La batalla por el comercio se reabre en Qatar

Cuatro años después del fracaso de Seattle, la OMC reintenta lanzar una ronda mundial de negociaciones

Fernando Gualdoni

La Organización Mundial del Comercio (OMC) reúne del 9 al 13 de noviembre en Qatar a sus 142 países miembros con el objetivo de lanzar una nueva ronda de negociaciones para avanzar en la liberalización del comercio mundial. Tras el fracaso de la cumbre de Seattle, los responsables de la organización acudirán a la cita con un borrador, sobre el que se negociará la declaración final, que acerca mucho las posiciones de los miembros de la OMC y que recoge la principales preocupaciones de los países en vías de desarrollo. Los partidarios de poner en marcha una nueva ronda sostienen que contribuirá al crecimiento mundial en un momento de desaceleración de la economía internacional.

La OMC parece haber aprendido la lección de Seattle y el borrador de la declaración de Doha acerca las posiciones de los miembros
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Cuatro años después del sonado fracaso de Seattle, la Organización Mundial del Comercio (OMC) vuelve a situarse en el epicentro de la batalla por el comercio mundial. El escenario será Doha, la capital del pequeño emirato de Qatar, a 1.200 kilómetros de la guerra en Afganistán. Las duras negociaciones de los 142 países miembros de la OMC comenzarán el 9 de noviembre y se prevé que cinco días después, el 13, el director general del organismo, Mike Moore, anuncie el lanzamiento de la octava ronda de liberalización del comercio mundial desde 1947.

La cumbre también será crucial para China, que tiene previsto firmar en Doha su entrada en la OMC.

Las sucesivas rondas de apertura de las transacciones comerciales han sido las responsables del 50% del desarrollo del mundo en el último siglo, según la opinión generalizada de analistas, políticos y empresarios. Las siete primeras rondas fueron puestas en marcha bajo el paraguas del GATT (Acuerdo General de Comercio y Tarifas). Tras la última de estas rondas, la de Uruguay (1986-1994), se creó la OMC, que sucedió al GATT.

Los que respaldan la puesta en marcha de la ronda de Doha sostienen que impulsará aún más el crecimiento mundial y que este paso, en un momento en que por primera vez en 25 años las tres mayores economías del mundo (EE UU, Japón y Alemania) están en franca desaceleración e incluso al borde de la recesión, es imprescindible para recuperar la actividad.

El comercio mundial, que en 2000 creció a un ritmo nunca visto del 12%, apenas se incrementará un 2% este año, según las previsiones de la OMC. Las exportaciones mundiales en el pasado año fueron valoradas en 6,2 billones de dólares (6,8 billones de euros), es decir, 11 veces el producto interior bruto (PIB) español. Las importaciones sumaron 6,5 billones de dólares.

Del total, Europa occidental se lleva el 39,5% de las exportaciones y el 39,6% de las importaciones. La situación de EE UU es más desequilibrada: exporta el 17,1% de todas las mercancías, pero importa el 23,2% del total. Japón, por contra, exporta el 7,7% e importa el 5,8% del total. Las ventas exteriores de los tres grandes bloques representan entre el 65% y 70% de las transacciones comerciales mundiales. La pugna dentro de la OMC está entre estos tres bloques, que son los que más venden y compran, y los países pobres y en vías de desarrollo, que representan el 75% de los miembros de la organización. Las decisiones en el marco de la OMC son unánimes y la UE, EE UU y Japón, pese a su peso, han de negociar con los pobres para lanzar la ronda.

Los países menos desarrollados no están del todo convencidos de los beneficios que a ellos les reportaría una mayor apertura del comercio mundial. Si acceden a respaldar una nueva ronda, lo harán a cambio de fuertes concesiones de los países ricos. Después de todo, estos países fueron los que, sintiéndose apoyados por aquella primera gran manifestación contra la globalización, dieron el portazo en Seattle a las pretensiones de los países industrializados de avanzar en la liberalización del comercio.

La OMC parece haber aprendido la lección de Seattle. El borrador de la declaración final de Doha, sobre el que se negociará a partir del viernes, ha conseguido, aprovechando el renovado espíritu de colaboración tras los ataques del 11 de septiembre, acercar mucho las posiciones de los miembros de la OMC, lo suficiente como para que sea bastante factible una nueva ronda comercial.

El borrador recoge las principales preocupaciones de los países en vías de desarrollo. Una de ellas es la mayor apertura de los mercados agrícolas, con la supresión paulatina pero sustancial de las subvenciones al sector. Tema especialmente espinoso para la Unión Europea (UE), Japón, Suiza, Noruega y Corea del Sur. Bruselas también ha cedido, en parte, en dos de sus pretensiones, la de enlazar las normas del comercio con la protección al medio ambiente y las que tenía sobre inversiones y políticas de competencia.

La cuestión del impacto del comercio en el medio ambiente muy probablemente vuelva a la comisión de la OMC que estudia el tema hace cinco años para que elabore un informe que puede discutirse en la próxima cumbre de la organización, prevista para 2003. El estudio sobre inversiones y competencia se hará en los siguientes dos años y, a partir de ahí, se comenzará a negociar. Para empezar a hablar de estos temas, los países en vías de desarrollo quieren ver si los ricos son capaces de eliminar las normas comerciales que les permiten el proteger sectores como el transporte aéreo y marítimo y el sector financiero y de seguros.

Concesiones

EE UU, según el borrador, tendrá que aceptar la revisión de las lagunas de las normas de la OMC que le han permitido imponer tarifas contra la competencia desleal (antidumping) a un amplio abanico de productos importados, como el acero. Washington, igual que Bruselas y Tokio, también tendrá que negociar la eliminación de los picos arancelarios, las tasas excesivamente altas que se imponen a productos manufacturados de los países menos desarrollados, a cambio de que estos últimos accedan a abrir más sus mercados. Como contrapartida a sus concesiones, la UE ha logrado que se abran negociaciones sobre temas nuevos, como las preocupaciones no comerciales en torno a la agricultura (especialidad, tradición, seguridad alimentaria) y la transparencia en las contrataciones públicas.

Los países más pobres han conseguido dos de sus principales objetivos, que se discuta la relación entre comercio, deuda y finanzas -que se admita que no pueden sacar provecho del libre comercio con deudas externas abrumadoras sobre sus espaldas- y que se examine la relación entre el comercio y la transferencia de tecnología.

El director general de la OMC, Mike Moore, en una conferencia de prensa en Ginebra (Suiza), sede del organismo.
El director general de la OMC, Mike Moore, en una conferencia de prensa en Ginebra (Suiza), sede del organismo.AP

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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