_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Trastornos y pasiones

Pese a su reiterada presencia, prácticamente hegemónica en la novela, el amor, o en su expresión más moderna, la pasión, suscita y suscitará siempre controvertibles exploraciones, más allá de sus aspectos netamente psicológicos. Entre lo inverosímil, los peligros de caer en la cursilería y los descalabros en la convulsa fisiología o en la pornografía más ardiente, lo cierto es que las historias de amor siguen siendo, hoy como ayer, una materia narrativa inagotable y tal vez igualmente misteriosa. Sea como sea, el amor nos concierne de un modo tan impetuoso que ninguno de sus reflejos nos resulta ajeno.

La escritora hebrea Tsruyá Shalev

VIDA AMOROSA

Tsruyá Shalev Traducción de Ana María Bejarano Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2001 348 páginas. 3.200 pesetas

(1959), que se inició como poeta con Easy Target for Snipers (1988), después de una primera novela híbrida aún de poesía y prosa, consiguió con Vida amorosa, publicada en Israel en 1997, el reconocimiento en su país como 'el mayor logro literario del año'. Vida amorosa adeuda aún mucho a la poesía, pero menos por sus componentes líricos que por la experta adecuación de un ritmo sabiamente sostenido, que no decae a lo largo de sus apretadas páginas.

Ese ritmo de monodia, en la voz de Yaara, una joven casada que trabaja en la universidad, se pliega a una enérgica introspección cuando conoce al sexagenario Arieh, amigo de juventud de su padre, con quien inicia una tormentosa y secreta relación, cuyo desenlace, que planea amenazadoramente desde el primer instante, le acarrea un desequilibrio total cuyas consecuencias se adivinan inevitablemente desastrosas. 'Pero en realidad', se interroga la propia narradora en las primeras páginas, '¿hay algo que termine bien?'.

Lo cierto es que la pasión de Yaara por Arieh no es recíproca, como toda pasión que merece ser contada. Mientras que para ella la sumisión al viejo amante es una forma de envilecimiento, con fugaces momentos de delirante compensación, provocados por la exigencia de 'darle una oportunidad a la vida', para Arieh -hombre cínico y violento, que encierra a la muchacha y ejerce de verdugo bondadoso- la relación no es más que un juego de dominación, acaso el último juego de una vida rica en batallas de amor, para quien la pasión, a esas alturas de su edad, se inserta en 'un aburrimiento general difícil de disipar'.

Esta confrontación, vista siempre a través de los ojos de la mujer, empaña toda la novela de una peculiar atmósfera de pesadilla, pero de una pesadilla, se podría decir, de componentes alucinatorios gratos para los sentidos, como una derivación masoquista que no deja sitio para otra cosa. Así, a Yaara todas sus referencias vitales se le esfuman -su matrimonio, su casa, su trabajo, su familia- y se ve sin remedio arrastrada por un trastorno continuado y absurdo que, no obstante, se transforma en la equivocación más fértil para saber qué sucede cuando se renuncia a la voluntad.

La novelista es implacable

con su heroína, y ésta es igualmente lúcida con su dependencia nada recomendable: 'Tu problema', se dice a sí misma, 'es que no distingues entre tu vida y tu vida amorosa'. Así pues, en realidad el tema de Vida amorosa no es tanto la pasión como la patología de la exclusividad. Mediante esta observación radical, Tsruyá Shalev ha escrito una novela aparentemente engañosa, muy inteligente, pues bajo los trazos de una historia de amor se revela la necesidad de interpretar la 'sucesión de faltas y descuidos' que se ocultan a los ojos. ¿Se puede evitar la equivocación? Para Yaara, que ya nunca podrá volver a su vida anterior, su pasión por Arieh es una mala lectura, como ella misma descubre al proponer como tema de su tesis las leyendas de la destrucción del Templo, escritas para confundir al lector, para ayudarle a fracasar. Pero a diferencia de las lecturas equivocadas o convencionales de filología, que no suponen ningún desastre, 'cuando se equivoca uno en la lectura de la vida, se paga caro'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_