Abstracción precolombina

Lo primero que llama la atención en esta muestra es el hecho de que su comisario sea no sólo un buen artista, sino también un riguroso e inteligente teorizador del asunto del que se ocupa y del arte en que su propia obra se ha venido inspirando. Lo que nos propone es una consideración de algunos significativos puntos de encuentro, hasta la fecha poco o mal reconocidos, entre la herencia artística amerindia, precolombina, y ciertas orientaciones de la abstracción de raigambre europea.

Paternosto remite a los bastante explícitos influjos ejercidos por el arte precolombino, en uno u otro momento, en gentes procedentes de contextos tan diversos como Paul Klee, Josef y Anni Albers, Tony Smith, Alfred Jensen, Mathias Goeritz, Adolf Gottlieb, Barnett Newman, Louise Nevelson o Helmut Federle, cuya obra puede ser cotejada con la de suramericanos como Torres-García, Líbero Badii o Gonzalo Fonseca, entre otros, además del propio Paternosto.

En realidad, lo importante sería aprovechar la ocasión no tanto para comprobar hasta qué punto la vanguardia se alimentó del arte 'primitivo' o no occidental, sino de lo poco que se ha reflexionado acerca de sus consecuencias. Y no me refiero al elemento desesperadamente autocrítico denotado por la fascinación de lo originario cuyos restos permanecerían ajenos a la historia.

Me refiero más bien, y en ello insiste Paternosto, en lo inadecuado de una demasiado drástica distinción entre 'bellas' artes y artes 'aplicadas', o entre el arte auténtico o profundo y el 'ornamento'. En las culturas amerindias esa diferenciación, que implica una jerarquía, sencillamente no existe. Por eso no es justo valorar el arte amerindio, ni como un raro y antiguo fenómeno de interés arqueológico, etnográfico o turístico, ni tampoco como una manifestación de habilidad en materia de mera decoración.

El arte textil, por ejemplo, en el que los peruanos preincaicos fueron grandes especialistas, se encuentra en la raíz de toda una larga serie de formas abstractas, originariamente simbólicas, que luego han reaparecido trasladadas a la pintura, la escultura y la arquitectura autóctonas, y más tarde en relevantes enclaves vanguardistas. Para los precolombinos todo ello estaba tan unido o tan mezclado como parece que vuelve a estarlo en nuestros días (aunque en un sentido muy diferente). Hoy las cosas no son así. Los productos textiles del presente pueden ser considerados como una especie de arte más o menos elevado, pero no porque se fundan en experiencias de los prehispánicos o de nada originario en particular, sino porque los ha diseñado Armani o porque se exponen en un Guggenheim.