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Tribuna:LA POLÍTICA DE PACTOS EN LOS MUNICIPIOS
Tribuna
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La buena memoria

Del contenido de las afirmaciones realizadas por el presidente del PP en Sevilla, en su artículo del pasado día 25 de septiembre en éste periódico, se infiere la urgente necesidad que tiene el señor Tarno de seguir un tratamiento psico-cognitivo que estimule su memoria. Resulta patética, por no decir grotesca, la desmemoria con que el presidente del PP en Sevilla, Ricardo Tarno, nos obsequia una vez más a todos los ciudadanos. Esta desmemoria sólo cabe justificarla con dos motivos: o el señor Tarno no sabe, y eso en política lo inhabilita para ostentar la responsabilidad que tiene en su partido, o miente a sabiendas de hacerlo, en cuyo caso estamos ante el ejercicio del más execrable de los cinismos, y desdeña y desprecia la memoria colectiva de todos los ciudadanos.

Claro que tampoco debe extrañarnos tan irresponsable actitud, que obedece a una desvergonzada estrategia prefijada desde el PP, consistente en la creencia de que la mentira, la deformación de los hechos y la calumnia a los adversarios les premiará con unos réditos políticos que sus ideas obsoletas y la carencia de alternativas reales a los ciudadanos les niegan.

La gente no es tonta, y los sevillanos recuerda muy bien cómo, tras las elecciones municipales de 1991, hubo un partido político, el PSOE de Andalucía, que a pesar de ser votado abrumadoramente por los sevillanos y obtener 12 concejales, comprobó que Soledad Becerril, la gran perdedora de aquellas elecciones municipales, con sólo ocho concejales se alió para impedir que el alcalde de Sevilla fuera Luis Yáñez.

En realidad, está el señor Tarno diciéndonos que durante ocho años la señora Becerril mantuvo un 'contrato mercantil' con 'un pequeño partido donde los intereses personales prevalecen sobre los generales' (sic). Es más, el señor Tarno no parece recordar que fue Javier Arenas, hoy secretario general del PP, quien en su día negoció el pacto con ese partido, al que de manera tan grosera como injusta él califica. El señor Tarno, sin recato alguno, reprocha al PSOE de Andalucía una supuesta traición, por algo que ellos, los del PP con Soledad Becerril al frente, ya hicieron en 1991: ¿Está el señor Tarno llamando traidora a la señora Becerril?

Yo puedo comprender que los puntos de vista y la función del señor Tarno, como presidente de un partido que está en la oposición, consista en criticarlo todo, pero habría que recordarle que el Partido Popular ha estado durante ocho años gobernando Sevilla y a la vista está con qué resultados: barrios abandonados, las arcas municipales con graves problemas de liquidez, el Medio Ambiente de la ciudad manga por hombre, etcétera. De todo, absolutamente de todo, el Partido Popular ha sido el único responsable porque en vez de dedicarse durante ocho años a gobernar y gestionar la ciudad, se dedicó a no hacer nada, a figurar, a disfrutar y a tratar de hacer suyo cuanto en esta ciudad se hizo para la Exposición de 1992, por cierto gracias al gobierno socialista de Felipe González.

De esos ocho años de gobierno del Partido Popular en Sevilla sólo queda el intento de hacer una obra faraónica y megalómana, el edificio municipal del Prado, un querer sin poder que hubiera costado a los sevillanos 5.000 millones de pesetas y que, al decir del señor Tarno, pretendió llevar a cabo la 'traidora' señora Becerril para su mayor gloria, pompa y ostentación. El enfado del señor Tarno deriva en que el fabuloso gasto de 5.000 millones de pesetas, que se quería realizar por la señora Becerril, lo frenó el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín, decidiéndose que se destinaran esos dineros a los barrios de Sevilla, los grandes olvidados por el Partido Popular durante ocho años de gobierno.

En un sistema democrático, la ciudadanía tiene derecho a saber y conocer cuáles son las soluciones a los problemas que tienen planteados, qué pueden ofrecerles sus representantes libremente elegidos, y tienen el derecho a saber y conocer en qué medida pueden verse afectados por decisiones que se adoptan, no sólo por el gobierno de la ciudad sino por el gobierno de Madrid que, aunque queda más lejos, les influye muy directamente. Por eso, no se entiende el interés del PP en que las cosas no se sepan, se callen y se tapen, y critique ahora una simple carta que el alcalde envía a sus convecinos, en uso de las facultades que le confiere la Ley de Régimen Local sobre un asunto que les afecta.

Lo que en unas ciudades, donde ellos gobiernan, critican de intento de judicialización de la vida política, en Sevilla resulta ser un acto supuestamente encomiable. Lo que en Salamanca y Extremadura ellos consideran que es su derecho a informar a la ciudadanía, en Sevilla lo tachan de malversar y de tirar el dinero de los ciudadanos. Al señor Tarno tampoco parece importarle mucho que el PP utilice el Senado y castigue a los andaluces y extremeños, tratando de impedir un convenio entre las televisiones de Andalucía y Extremadura similar al que, sin embargo, ha permitido que se haga entre Cataluña y Baleares o Navarra y el País Vasco. Para el señor Tarno, los andaluces debemos merecerle muy poca confianza.

No se preocupan porque un secretario de Estado de Hacienda y la presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores tengan que dimitir -de momento, los únicos que lo han hecho-, porque con sus amigables relaciones y de parentesco, con intercambio de regalos, han podido propiciar una estafa de, por lo menos, 18.000 millones de pesetas de pequeños ahorradores. Lo que ocurre es que los del PP 'son incompatibles con la corrupción'. Ellos están inmaculados. ¿Ustedes creen?

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