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El islam avanza frente al laicismo

Hasta ahora, los llamamientos de Al-Qaeda a la guerra santa no han sido escuchados en Francia. Pero el islam fundamentalista avanza, propagado por corrientes que juzgan muy tibia la manera de vivir el islam, sobre todo por los magrebíes, porque sus autoridades religiosas han aceptado el laicismo y la separación entre religión y Estado. Más de un millón de musulmanes en Francia son de origen argelino y se estima en 800.000 los procedentes de Marruecos. La integración de culturas es el credo de una República que alberga a la población musulmana más elevada de Europa: cuatro millones en total, el 7% del censo.

Otras fuentes sospechan de la existencia de cientos de miles de musulmanes no contados, que viven en condiciones ilegales; la marginación en guetos es un problema permanente y proporciona más delincuencia que la agitación político-religiosa. Salvo voces aisladas de extrema derecha, toda la clase política francesa sostiene con firmeza que no se puede mezclar al islam con el terrorismo. La escuela no es el vehículo de transmisión de las ideas religiosas, que se efectúa por tradición familiar y en los lugares de culto. Todos los indicadores de práctica islámica están en alza, tanto en lo que se refiere al rezo cotidiano como a las visitas de la mezquita o la intención de observar el Ramadán, según un sondeo realizado tras los atentados del 11 de septiembre. Se estima que los practicantes del islam suponen un tercio del total de musulmanes.

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Musulmanes europeos, ¿integrados o integristas?

El sector más radical es el Tabligh, un movimiento piadoso de origen paquistaní, muy activo en las periferias de las grandes ciudades y vigilado desde hace tiempo por los servicios policiales, que le suponen la tapadera del reclutamiento de jóvenes para la 'guerra santa'. En todo caso, la sorpresa ha sido grande al descubrirse varios casos de conversos al islam entre franceses que no son de origen árabe, al hilo de las investigaciones sobre la red islamista vinculada a Djamel Beghal, uno de los detenidos en Francia como sospechosos de preparar atentados contra intereses estadounidenses.

Las fuerzas vivas no cejan en sus iniciativas de integración, sobre todo en vísperas de un año electoral, con un ojo puesto en cada campo: el presidente de la República, Jacques Chirac aparece como aliado de George W. Bush, pero no pierde la ocasión de recibir a todos los líderes musulmanes que puede. La coyuntura ha acelerado también las gestiones para dotar al islam francés de una representación institucional, un proyecto concebido por Jean-Pierre Chevènement cuando era ministro del Interior, y rápidamente actualizado tras la crisis del 11 de septiembre.

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