Los parados del 11 de septiembre
Miles de personas acuden al Madison Square Garden para buscar trabajo
Han venido impolutos, con el currículo bajo el brazo, ojos de sueño y mucha paciencia. Quieren dar buena impresión. Son miles haciendo cola delante del Madison Square Garden, donde ayer se celebró la segunda Feria de trabajo, patrocinada por la alcaldía de Nueva York. En algo más de un mes, 75.000 personas se han quedado en la calle a consecuencia de los atentados del 11 de septiembre. Los que se han despertado tan temprano para encontrar un empleo son brokers, abogados, porteros, limpiacristales, camareros, oficinistas, blancos, negros, latinos, asiáticos, viejos, jóvenes... El paro no ha hecho distinciones.
Lorenzo Balsamo no ha tenido mucha suerte últimamente. Es consultor. Después de trabajar por libre durante muchos años, por fin había conseguido un empleo fijo en el Banco de Canadá. Debía empezar el 12 de septiembre en la plaza Liberty, justo enfrente de las Torres Gemelas. Los atentados acabaron con su oficina y sus esperanzas de estabilidad. 'Desde entonces, nada', dice juntando el índice y el pulgar en un cero contundente. 'Sólo he tenido una entrevista de trabajo en siete semanas, y fue en la televisión CBS, unos días antes de que encontraran ántrax. Ahora me han mandado un e-mail para que me someta a pruebas, por si he quedado contaminado'.
75.000 personas han perdido su empleo en Nueva York en sólo un mes por culpa de los atentados
Sonríe porque no le queda más remedio. Tiene una pequeña insignia de la bandera de Estados Unidos en la solapa de su traje, y lleva esperando desde las siete de la mañana. Ha llegado de Brooklyn, en donde vive con su mujer, que, afortunadamente, ha conservado su empleo de maestra, y con su hijo de 15 meses. 'Algo tengo que hacer, se me acaba el paro a finales de año. Y esto está muy mal. Ahora piden el doble de referencias por la mitad de dinero. No sé. Acabaré en un Burger King o cargando cajas'. A sus 35 años, no se imaginaba pasarse los días encerrado en casa 'haciendo de madre soltera'.
El de ayer fue un día casi veraniego en Nueva York. '¿El final de la cola? En la Calle 33 con la Octava Avenida', repite una y otra vez el policía ante la desesperación de los que han llegado tarde. Es imposible ver el final de la fila de gente, hay demasiados aspirantes. Comen, leen revistas, hablan por teléfono, revisan sus peinados, corbatas, maquillajes, atuendos formales, en los que muchos parecen sentirse incómodos. 'Oiga, que sólo fui a buscar un café', protesta uno que se ha quedado fuera de la cola con un vaso ardiendo en la mano.'Lo siento, pero no puede volver; yo no le he visto salir', contesta el policía.
Algunos voluntarios pasan entre las filas acordonadas por barreras policiales para repartir listas de las 225 empresas que ofrecen trabajo: American Express, BMW, las tiendas Conway, los almacenes Macy's, los fabricantes de muebles Seaman, la cadena de cafeterías Starbucks... Otras compañías reparten sus formularios pidiendo vendedores de donuts o empleados de banca. Philip Tanen ha venido a contratar a mil personas para una firma de telecomunicaciones. 'Busco a latinos, son los que mejor venden'.
En la primera bolsa de trabajo, que se celebró la semana pasada, más de 6.000 personas asaltaron en desorden el Madison Square Garden. Muchos de los que se quedaron fuera volvieron ayer. 'La última vez no pude entrar, aquello era un caos, un desastre', cuenta Biron Pazmiro, un mexicano de 20 años. Hasta el 6 de octubre trabajaba en los hangares de la firma de ropa Kenneth Cole, cargando cajas. 'Estoy buscando y buscando, pero no encuentro nada'.
Tienen prioridad los que trabajaban en el World Trade Center, pero el desempleo llega a todos los sectores, castigando especialmente a la hostelería y los espectáculos. Se calcula que 75.000 personas se han quedado sin trabajo. La tasa de paro ha pasado del 5,8% al 6,3% en sólo un mes. Una estimación que no incluye a los ilegales, sin los cuales la ciudad que nunca duerme no podría estar abierta 24 horas.
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