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Reportaje:

La vieja amenaza del ántrax

España registró el año pasado 35 casos humanos, pero la cifra se ha reducido continuamente desde 1985

Javier Sampedro

Lo que se viene denominando comúnmente 'ántrax' (del inglés anthrax, aunque su nombre tradicional en castellano es carbunco) no es precisamente una novedad bacteriológica. Como enfermedad del ganado aparece ya mencionada por Moisés en el Éxodo, y también fue citada por Homero y Virgilio. Y, como dolencia humana, fue la primera patología para la que se demostró un agente bacteriano, en 1863. Estados Unidos es uno de los países del mundo con menos casos humanos de ántrax: sólo 18 registrados en todo el siglo XX. Los envíos intencionados tras los atentados del 11 de septiembre han provocado otros 12 casos de contacto con la bacteria, uno de los cuales ha resultado mortal.

Pero el ántrax es mucho más común en España. Según los datos a los que ha tenido acceso este diario, sólo el año pasado se comunicaron 35 casos humanos no mortales, con particular incidencia en Aragón (16 casos) y en Castilla-La Mancha (10 casos). La mayor parte fueron del tipo cutáneo, el más leve. La cifra, por sorprendente que resulte en comparación con la norteamericana, ha bajado mucho desde 1985, año en que se detectaron 292 casos humanos. El sistema epidemiológico español está, por lo tanto, mucho más habituado que el norteamericano a diagnosticar esta enfermedad. A continuación se exponen algunos hechos básicos sobre ella.

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- Agente causal. El ántrax (carbunco) es una enfermedad causada por la bacteria Bacillus anthracis. La enfermedad es mucho más común en los animales que en el ser humano. Afecta sobre todo a vacas, cabras y ovejas, y principalmente en América Central y del Sur, Europa del Sur y del Este, Asia y África. Los casos humanos casi siempre han estado relacionados con el contacto directo o la manipulación de estos animales y de sus restos.

- Tipos. El tipo más frecuente en humanos, y también el menos grave, es el ántrax cutáneo, que da cuenta de un 95% de los casos. Los casos más graves son el 5% restante: respiratorio e intestinal. 11 de los 12 casos que se han dado estos días en Estados Unidos son respiratorios, causados por la inhalación de esporas de la bacteria contenidas en cartas. El intestinal se contagia al comer carne poco hecha de animales infectados. El cutáneo se transmite a través de pequeños cortes o raspaduras en la piel a personas que manejan animales infectados.

- Síntomas. Aparecen generalmente a los siete días de la exposición a la bacteria, y su naturaleza depende por completo de la vía de contagio.

En el ántrax cutáneo, el primer síntoma es una irritación de la piel similar a la picadura de un insecto. En dos días se forma una úlcera en esa zona que suele medir de uno a tres centímetros de diámetro, con el centro negro debido a la muerte de los tejidos. Si no se trata, un 20% de los casos son mortales.

En el caso del ántrax respiratorio, los síntomas se parecen al principio a los de un catarro común. Días después el paciente sufre graves dificultades para respirar. Su mortalidad en ausencia de tratamiento es muy alta: entre el 90% y el 100% de los casos.

En el de tipo intestinal, causa una inflamación del intestino y cursa inicialmente con náuseas, vómitos y fiebre, y días más tarde con dolores abdominales, vómitos de sangre y fuertes diarreas. Sin tratamiento, la mortalidad varía entre el 25% y el 60%.

- Contagio. Es sumamente improbable de persona a persona, y los pocos casos que se han registrado han sido cutáneos.

- Diagnóstico. Requiere aislar e identificar la bacteria Bacillus anthracis de la sangre, las lesiones de la piel o las vías respiratorias. Otra posibilidad es detectar anticuerpos contra la bacteria.

- Tratamiento. Si una persona ha entrado en contacto con la bacteria (por ejemplo, porque ha inhalado sus esporas), los antibióticos pueden evitar que la infección progrese. Los antibióticos más usuales contra el Bacillus anthracis son la ciprofloxacina, tetraciclina, penicilina, doxiciclina y fluoroquinolona. Pero el tratamiento debe iniciarse en los primeros días tras la infección. Después, la bacteria ha producido toxinas, y contra ellas el antibiótico es inútil.

- Vacuna. Los organismos internacionales no la recomiendan para la población general. El Ministerio de Defensa estadounidense sí ha empezado a vacunar al personal militar que puede verse envuelto en el conflicto. La vacuna tiene una eficiencia del 93% en la prevención de la enfermedad en individuos expuestos a la bacteria.

- Estabilidad. Las esporas del Bacillus anthracis son muy persistentes y se mantienen vivas en el suelo durante muchos años.

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