_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pasado, presente, futuro

No tengo perspectiva para esta guerra, revolución, grandes maniobras, venganza, doble terrorismo o lo que sea, choque de religiones, lucha de clases. Es difícil calcular cómo va a suceder lo que no se sabe qué es. Debo de estar en la situación de Bush y los que mandan, los del grupo atónito en cazadoras de campaña con la marca de la casa que se reunían en Camp Davis. Será algo largo y sucio, dicen: las guerras son sucias y siempre largas. Hemos abandonado la idea de la guerra como deporte de caballeros, o 'sola igiene del mondo', que decía el animal futurista mussoliniano Marinetti, de quien tanto aprendieron los fascistas de la modalidad española.

Los ministerios de la Guerra se convirtieron en Defensa, y después en del Ejército; los cuerpos expedicionarios fueron en misión pacificadora, y ahora van en misión humanitaria. En todos estos cambios de vocabulario de la canalla lingüista se nos ha ido el futuro, excepto para los mártires islámicos (que así se llaman ellos; nosotros pervertimos su acción de 'desposesión trágica del yo' por sus teólogos afrancesados llamándoles suicidas o terroristas), que ven claro el cielo. El objetivo más claro de Estados Unidos es mostrar a su pueblo que no está desamparado; pero al mismo tiempo tiene que mantenerle amenazado -con el ántrax, o las agresiones químicas, o bombas- para que haga lo que los otros llaman yihad o esfuerzo: o sea, la guerra santa. ¿Es Bin Laden el premio en lo alto de la cucaña? ¿Es todo el islam que se siente vulnerado y humillado y, lo que es realmente peor, hambriento y miserable, que es de donde siempre sale la lucha por la dignidad?

No tengo perspectiva para ver el final. No porque no la tenga vital: Matusalén mismo no lo vería acabar. Miro el fondo de los siglos y veo la siniestra ciudad de Jerusalén en aquellos milenios montando esos tinglados de las religiones del Libro, destruyendo y reconstruyendo templos, y organizando matanzas. Mediterráneo -que luego se expandirían a lo más lejano del Atlántico o del Pacífico-: una cuna de locos, visionarios, esquizoides. Y lo de Nueva York, lo de Kabul, todavía sigue de aquello. Se ve el pasado. Ni se vislumbra el futuro, y nadie puede imaginar el futuro si no es con un final.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_