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APUNTES

La Jaume I ajustará los créditos de los nuevos planes al sistema europeo

En los eurocréditos se computa el trabajo adicional en clases, tutorías u horas de estudio

Mientras la mayoría de los mortales ensayamos la adaptación al euro, las universidades tratan de desarrollar un espacio común de conocimiento para la enseñanza superior europea. Se trata, básicamente, de conseguir la acreditación automática de las titulaciones o, lo que es lo mismo, ofrecer programas en un idioma universal. Los créditos ECTS (European Credit Transfer System) son la moneda de cambio.

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Este proceso de homologación se puso en marcha hace dos años en Bolonia, cuna de la primera universidad europea, con motivo de su 900 aniversario. A partir de entonces, los 29 países firmantes de la Declaración de Bolonia se comprometieron a crear este espacio europeo que deberá funcionar en 2010. Las universidades valencianas han desarrollado diferentes programas piloto para propiciar esta movilidad en la educación superior, pero la Universidad Jaume I abrirá una nueva puerta: todos los nuevos planes de estudio constarán, a partir de ahora, de las previsiones en créditos UJI (de la propia universidad) y de las conversiones pertinentes en créditos ECTS. Así, las titulaciones que se reformen ofertarán su valor en créditos españoles y en eurocréditos. 'Pretendemos proponer las equivalencias de manera que cuando se apruebe definitivamente la ley estatal no haya que realizar demasiados cambios para adaptarnos a la nueva situación', adelanta Isabel García, vicerrectora de Calidad Educativa y Armonización europea de la Jaume I. 'De momento -aclara- los planes antiguos no tendrán que someterse a la nueva norma'.

Este sistema obligará a revisar cada una de las carreras, 'caso a caso' porque el crédito ECTS se basa en el volumen de trabajo total o student workload, que computa las horas presenciales, de preparación de las asignaturas, las tutorías, seminarios, etc. El crédito español corresponde a 10 horas presenciales, mientras que un crédito ECTS corresponderá aproximadamente a 25 horas de trabajo.

Además, se procurará que cada curso no supere los 60 créditos ECTS. 'Los universitarios podrán apreciar que los planes de estudios de tres años que se aprueben a partir de ahora serán como máximo de 180 créditos (había carreras de 225 créditos). Con esto, pretendemos reducir al mínimo el crédito presencial. El resto de cambios se producirán cuando se apruebe la normativa estatal', argumenta García aludiendo a los estudiantes. En cuanto al cálculo de las horas de trabajo 'se propone que para cada hora de teoría presencial del estudiante, se calcule entre una hora y media y dos horas, y para una hora presencial de prácticas, entre media hora y hora y media', aunque insiste: 'Es un tema todavía a debate y habrá que hacerlo en función de la titulación'.

García resalta la 'necesaria' convergencia entre universidades y aboga por articular vías para medir con un mismo rasero la duración e intensidad de estudios: 'Hoy por hoy el sistema de calificación es diferente. Algunos países evalúan con letras, otros empleamos la baremación del 0-10. En ocasiones los ya titulados no pueden trabajar en otros países, porque el título no está reconocido con el mismo nombre. En el mejor de los casos, el Ministerio puede homologarlo, aunque pasa demasiado tiempo. Esto no tiene sentido en un mercado global'. Actualmente la iniciativa del ECTS se integra en los Programas Sócrates y Erasmus. La aplicación a gran escala de los créditos ECTS servirá para que vaya más allá de estos programas concretos de movilidad estudiantil.

Rafaela Pagani, profesora de la Universidad Complutense y una de las coordinadoras en España de la introducción al ECTS precisa que 'toda la Europa del Norte funciona con créditos ECTS o transferibles. En España, Alemania, Francia o Portugal se está analizando actualmente el tema'

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