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FERIA DEL LIBRO DE FRANCFORT

Francfort cierra sus puertas con duras críticas al director de la feria

La 53ª edición de la Feria de Francfort, que cierra hoy, se ha celebrado con menos editores, menos agentes y menos público que en años anteriores. Los atentados terroristas en Estados Unidos, los bombardeos en Afganistán y la recesión económica han estado muy presentes. Y a todo eso se han sumado las protestas de editores y agentes literarios, que han vertido duras críticas contra el director de la feria, Lorenzo A. Rudolf. Ex responsable de la Feria de Arte de Basilea, nombrado director de la Feria de Francfort hace un año y medio, en sustición de Peter Weidhaas, se le acusa de no saber nada del mundo del libro, de preocuparse sólo por el diseño y de emprender proyectos descabellados.

El desencadenante ha sido su anuncio del proyecto Francfort en Nueva York, una miniferia de compra y venta de derechos de autor en Estados Unidos, cuya primera edición está prevista para los días 28 y 29 de abril de 2002. Los primeros en poner el grito en el cielo han sido los británicos, porque consideran que esta especie de extensión de la feria alemana a EE UU entra en colisión con sus intereses, concretamente con el Salón del Libro de Londres, que se celebra poco antes, también en abril. Tampoco gusta a la mayoría de editores y agentes estadounidenses, porque justo después tiene lugar en Nueva York la BEA (Book Exposition of America). Y a los europeos les parece el colmo de la insensatez.

Competencia británica

Muchos interpretan que se trata de una maniobra contra la feria londinense, cuya capacidad de convocatoria ha crecido enormemente en los últimos años, hasta el punto de ser considerada cada vez más cita obligatoria de los profesionales del sector editorial. Editores y agentes literarios de todas partes están siendo invitados por los británicos a protestar por correo electrónico contra la iniciativa.

La feria de Londres es pequeñísima en comparación con el gigantismo de la de Francfort, pero por ello mucho más cómoda, en opinión de agentes españoles. 'Es más fácil y menos cansado encontrarse con los colegas y, además, resulta mucho más barato', dijo uno de ellos. 'Aunque Francfort, al menos por ahora, resulta imprescindible, pues acuden editores de, por ejemplo, China o Rusia, y de otros países que no van a ninguna otra feria'.

Al malestar de los profesionales se suma el de los propios trabajadores, una cincuentena. Justo antes de que se iniciase el encuentro, enviaron una carta al consejo directivo de la feria, en la que manifestaban su preocupación por cómo están funcionando las cosas. 'A Rudolf sólo le interesa hacer negocios, no la cultura, ni mucho menos el libro', dijo uno de ellos. La dirección les prometió estudiar el asunto en noviembre.

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