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Reportaje:

Los americanos se replantean sus gastos y el consumo crece la mitad

El nivel de confianza, el más bajo desde hace cinco años y medio

'No pensaba que después de pasar por tantos controles, iba a ocurrir nada parecido', decía el lunes una mujer joven en el aeropuerto de Chicago, con voz quebrada y muchos nervios. 'No me vuelvo a subir en un avión'. Los restantes 152 pasajeros y nueve tripulantes acababan de superar un horror que les hizo temer una reedición de los sucesos del pasado 11 de septiembre en Nueva York. En pleno vuelo desde Los Ángeles, un viajero perturbado había entrado en la cabina de los pilotos y se lanzó contra uno ellos mientras gritaba que alguien quería estrellar el avión contra las torres Sears, el edificio más alto de Estados Unidos. En los angustiosos segundos de trifulca en la cabina, el aparato perdió precipitadamente altura, hasta que unos cuantos pasajeros, decididos a no dejarse sacrificar en lo que parecía otro secuestro suicida, redujeron al agresor.

Ya antes de la ofensiva sobre Afganistán, la cuarta parte de los viajeros de EE UU había pospuesto o cancelado planes

El propósito de no volver a embarcarse manifestado por la pasajera tiene su reflejo estadístico en la idea de uno de cada cuatro viajeros norteamericanos de que las estrictas medidas de seguridad impuestas por las autoridades no son suficientes para devolver la confianza existente antes del 11 de septiembre. Lo que añoran es un viaje imposible a la anterior rutina, situación que tiene al sector del turismo, máximo exponente del consumo, bajo mínimos. Ya antes del comienzo hace una semana de las operaciones militares sobre Afganistán, la cuarta parte de los viajeros habían cancelado o pospuesto planes, según la encuesta de la Travel Business Rountable, una organización que representa a todos los sectores de la industria.

Los norteamericanos esperan más atentados, que un experto dijo en sesión a puerta cerrada en el Congreso que tenían un 100% de probabilidades de ocurrir si Estados Unidos atacaba Afganistán. La confianza del consumidor, de cuyo ánimo dependen los dos tercios de la economía norteamericana, está en cotas no vistas desde hace cinco años y medio.

Algunos estudios vaticinan que en el año en curso el consumo crecerá el 2,7%, la mitad del 5,3% que aumentó el año pasado porque los norteamericanos, apasionadamente entregados al hábito del consumo, están reevaluando sus pautas de gasto en una atmósfera de incertidumbre de todo tipo. Por primera vez desde la guerra de 1812 con Inglaterra, los norteamericanos han sido atacados en el corazón del país. 'No tengo ni idea de lo que esta guerra va a hacer en la psicología de la gente y cómo va a reaccionar. Y quien diga que lo sabe se engaña', comenta Charles Schultz, un veterano economista que trata de evaluar en la Brookings Institution, un centro de estudios de Washington, los efectos económicos de la crisis.

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