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Uzbekistán pide a Bush que respete el Ramadán

Enric González

Las autoridades de Uzbekistán, que ayudan logísticamente a Washington en su campaña antiterrorista en Afganistán, desearían que las acciones bélicas en el país vecino concluyan antes de que empiece el Ramadán, según fuentes locales.

Al parecer, los dirigentes uzbekos, inquietos por la reacción de su propia población musulmana, han expresado su deseo de que las operaciones militares concluyan antes del periodo de ayuno, durante el cual los fieles islámicos prestan una mayor atención a las cuestiones religiosas. El Ramadán comienza en la segunda quincena de noviembre. Ningún país musulmán se puede permitir una guerra durante este periodo, señalaron las fuentes, citando medios militares.

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Uzbekistán ha facilitado a Estados Unidos el aeropuerto de Janabad, en el sur del país (en la antigua Ruta de la Seda), para su uso como base de helicópteros y aviones de transporte. Los norteamericanos están ya acomodados en la base, que ha sido acordonada por tropas uzbekas a varios kilómetros de distancia. En las instalaciones del aeropuerto, que fue usado por la aviación soviética en la guerra de Afganistán, se ha instalado un hospital militar norteamericano y se han acuartelado ya las tropas de montaña estadounidenses, señalaron las fuentes. Según el acuerdo firmado con Estados Unidos, Uzbekistán no quiere que su territorio se utilice para lanzar una operación de infantería o un bombardeo sobre Afganistán.

Por lo visto, la aparición en Uzbekistán de panfletos que condenan el apoyo a Estados Unidos habría impulsado al presidente uzbeko, Islam Karímov, a dar explicaciones a sus conciudadanos. Las octavillas habrían sido detectadas en el valle de Ferganá, la cuna del islamismo uzbeko, y en ellas se acusa a Estados Unidos de luchar contra todos los musulmanes. En una entrevista publicada exclusivamente en uzbeko, pero no en los medios locales en lengua rusa, Karímov reiteraba esta semana que el terrorismo no tiene nacionalidad, instaba a sus conciudadanos a permanecer vigilantes contra el extremismo, exhortaba a la unidad y trataba de neutralizar los llamamientos a una guerra santa contra EE UU y sus aliados.

Las autoridades uzbekas, extremadamente preocupadas por su seguridad, confían en que la acción norteamericana en Afganistán les ayudará a librarse de los radicales uzbekos que luchan con los talibanes en Afganistán.

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