¿Cuándo se torció América Latina?
Han sido y son numerosos los autores que una y otra vez se han preguntado por las causas del atraso latinoamericano. ¿Cómo es posible que una región tan vasta, tan llena de riquezas naturales y, en muchos países, con un excelente capital humano sea incapaz de encarar la senda del círculo virtuoso del crecimiento y una y otra vez se estrelle contra obstáculos aparentemente insalvables? A esta y a otras preguntas similares intenta responder Carlos Alberto Montaner en su atractivo y honesto ensayo Las raíces torcidas de América Latina, mucho más logrado que su anterior experimento colectivo El manual del perfecto idiota latinoamericano.
Desde perspectivas y premisas diferentes, Stanley y Barbara Stein, La herencia colonial de América Latina, y Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, también ensayaron un ejercicio similar. Sin embargo, el énfasis puesto en el peso de la herencia española y en la teoría de la dependencia y el antiimperialismo por unos y otros les impidieron llegar al fondo de la cuestión. Montaner también se centra en el periodo colonial, pensando que es allí donde se pueden encontrar buena parte de las respuestas que expliquen el anómalo desempeño social, cultural, político y económico de las sociedades latinoamericanas.
LAS RAÍCES TORCIDAS DE AMÉRICA LATINA
Carlos Alberto Montaner Plaza & Janés Barcelona, 2001
Para lograr su propósito,
Montaner goza de una ventaja considerable y es que a su condición de latinoamericano, cubano concretamente, une su carácter de residente en España, lo que supone un profundo conocimiento de los códigos que explican el funcionamiento de la sociedad española. A esto hay que añadir su dominio de la historia y de la bibliografía locales. De este modo puede dejar atrás buena parte de los tabúes que lastran a la mayor parte de la historiografía americanista española tradicional, con su profundo sesgo hispánico y eurocéntrico. Esto se observa rápidamente, cuando Montaner habla sin ningún rubor de las colonias españolas en América, algo inconcebible para el americanismo español hace tan sólo veinte años atrás.
En su búsqueda de qué, cuándo y cómo se torció América Latina, Montaner hace constantes viajes por el tiempo. Para ello viaja por la actualidad más inmediata del continente y también se remonta a la antigüedad griega y romana para explicar algunas cuestiones como el machismo o la esclavitud presentes en América Latina. En este sentido, resulta inexplicable la escasa atención que presta al desarrollo político de la región y al peso que en el mismo tuvo la Constitución gaditana de 1812 y el posterior desarrollo de los sistemas representativos. Es de esperar que estas cuestiones sean revisadas en su próxima Historia diferente de América Latina.
Desde su perspectiva liberal es lógico que el tema del Estado ocupe un lugar central. Para Montaner, una de las cuestiones más preocupantes fue el rechazo al Estado entonces existente por todos los sectores sociales y étnicos de la sociedad colonial. De entre las múltiples consecuencias que eso produjo podemos ver el peso del militarismo y del caudillismo, el ascenso de los populismos o la falta de justicia. Sin embargo, Montaner se niega a ver que uno de los mayores problemas de América Latina no sólo es la debilidad de su aparato productivo, sino también la debilidad del propio Estado. Más allá de algunas cuestiones discutibles desde una lectura histórica del texto y de las limitaciones de todo ensayo que intente dar explicaciones muy generales, lo cierto es que estamos frente a una obra escasamente autocomplaciente que permitirá al lector comprender algunas de las claves de lo que realmente es hoy América Latina.
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