Carta al alcalde de Santiponce
Me dirijo a este periódico para hacer público unos hechos. El año pasado, un grupo de 20 jóvenes, de los cuales 18 son residentes del municipio que usted representa, estuvieron entrenando cuatro días en semana y compitiendo todos los domingos durante 11 meses bajo el nombre de CD Santiponce, nombre del que se podría prescindir si atendemos a la ayuda que el Ayuntamiento de esta localidad prestó a la institución.
Durante el año, ningún miembro del gobierno local se preocupó por nosotros ni por nuestras instalaciones, las condiciones de estas últimas en algunos momentos fueron algo más que precarias (durante los meses de lluvia el entrenamiento debía hacerse en plena calle porque no teníamos medios económicos, materiales ni humanos para cuidar adecuadamente del campo).
Sólo a finales de año, cuando el éxito deportivo parecía que no se podía escapar, usted, señor alcalde, se acercó para darnos ánimos y para ver cómo iban las cosas. Y cuando el éxito se hizo realidad, usted, personalmente, nos prometió una ayuda para este nuevo año en el que tendremos más gastos así como un regalo que consistía en un fin de semana en la playa para el equipo (incluido cuerpo técnico y directivos, que en total son cinco más). Y mi duda es ¿dónde están las ayudas de este año? ¿Y el regalo para el equipo?
En esta temporada que acabamos de comenzar no se aprecia cambio alguno. Los jugadores se pagan el transporte, los desplazamientos son siempre en los propios coches de los futbolistas, el equipo paga los arbitrajes así como la luz del campo y otros muchos gastos propios del mantenimiento de un equipo de fútbol como lavar la ropa, comprar botas, espinilleras, guantes, etc. El Ayuntamiento sólo paga el agua del campo. Mire usted, señor alcalde, el deporte es vital para el desarrollo y la salud de los jóvenes y a usted eso no parece importarle.
Quiero aprovechar para dar las gracias a todos los que el año pasado nos apoyaron en lo que pudieron. Y a usted, señor alcalde, le deseo lo mejor en su andadura política, pero recuerde que la palabra de un hombre, y más aún si es alguien que representa a un pueblo, es algo serio.
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