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Los integristas se alzan en violentas protestas a favor de los talibán

Miles de paquistaníes salieron a las calles ayer para mostrar su desacuerdo con los ataques contra Afganistán y expresar su apoyo al régimen de los talibán. Las manifestaciones, prácticamente simbólicas en Karachi o Islamabad, estuvieron bastante más concurridas en las ciudades fronterizas de Peshawar y Quetta, donde degeneraron en actos violentos. Al menos una persona resultó muerta y nueve heridas.

Los incidentes más graves se produjeron en Quetta, la capital de la provincia de Beluchistán. Una multitud enardecida, que coreaba eslóganes antinorteamericanos y antibritánicos, provocó destrozos en varios edificios públicos y privados. Los enfrentamientos con la policía se saldaron con un muerto y siete heridos de bala, según fuentes hospitalarias citadas por periodistas locales. Los informadores extranjeros fueron, un día más, confinados en los hoteles 'por su seguridad'.

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Los manifestantes orientaron su ira hacia diversas oficinas de la ONU en esa ciudad. 'Han incendiado la sede de Unicef, que ha quedado gravemente dañada, y también cinco vehículos que había en el recinto', informó el portavoz del Centro de Información de la ONU, Eric Falt. Otros grupos apedrearon las ventanas del ACNUR y de la UNSMA (la Misión Especial para Afganistán).

'Desde que tuvimos noticias de los bombardeos por los medios de comunicación, el funcionario responsable de seguridad ordenó a nuestro personal que hoy se quedara en casa, por lo que no había nadie trabajando cuando se produjeron los ataques', explicó Falt. 'La veintena de funcionarios presentes en Quetta se encuentran sanos y salvos, y hemos pedido mayor protección al Gobierno paquistaní', añadió el portavoz.

Quema de banderas

Protestas similares tuvieron lugar en Peshawar, la capital de la provincia de la Frontera Noroccidental, aunque allí la violencia se limitó a la quema de banderas estadounidenses y retratos del presidente George W. Bush. Los dos heridos en esa provincia lo fueron en las áreas tribales que se extiende junto a la frontera. En esas mismas zonas, donde el Ejército no tiene una presencia directa y la seguridad está en manos de distintos cuerpos armados de extracción tribal, dos equipos del ACNUR fueron rechazados cuando buscaban lugares para la instalación de nuevos campos de refugiados.

El presidente paquistaní, Pervez Musharraf, volvió a insistir ayer en que la mayoría de los ciudadanos apoyan a su Gobierno en esta crisis. Sin embargo, estos estallidos de violencia son observados con preocupación tanto dentro como fuera de Pakistán. De momento, las autoridades se muestran confiadas en poder controlar a los manifestantes, pero, si los ataques estadounidenses empiezan a causar víctimas civiles, nadie sabe cuál puede ser la reacción popular.

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