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Leonard Cohen edita un disco lleno de reflexión poética

Honestidad, perspectiva, la suave luz del amor y la desasosegante oscuridad de la soledad, el peso de los recuerdos y la lúcida ebriedad se conjugan como poesía pura musicada en el último disco del legendario Leonard Cohen (Montreal, Canadá, 1934). El creador de Suzanne edita hoy su primer disco de estudio después de The Future, hace nueve años y tras un periodo de reclusión en un monasterio zen. Para Cohen, 'las diez canciones que lo componen forman una especie de círculo. El disco tiene un título simple para unas canciones simples'.

Simples, pero que al autor le acarrean un largo proceso de trabajo: 'Escribo muy lento porque para mí es un trabajo. Hay mucha gente capaz de escribir grandes canciones mientras va en taxi, o en la servilleta de un bar. Bob Dylan, por ejemplo. Me hubiera encantado ser uno de ellos, pero no lo soy. Por ejemplo, el tema A thousand kisses deep, incluido en este disco, he tardado puede que diez años en hacerlo. He llegado a hacer unas cincuenta o sesenta versiones y la definitiva creo que fue la quinta'.

Sin duda gran responsabilidad acerca de este disco es de la cantante norteamericana Sharon Robinson, que ha producido el elepé y aparece en la portada junto a Cohen: 'La conocí en 1979. Ella sustituyó a Jennifer Warnes haciéndome coros en una gira canadiense. Ella ha hecho que este disco sea como un susurro. Algo suave'.

Suave, pero no exento de la crudeza emocional de alguien que contempla la realidad con un descarnado punto de vista: 'Yo no tengo argumentos en la cabeza para analizar la sociedad o la cultura. Sólo reacciono. Como hacemos todos. Es mi única respuesta a mi experiencia, que también es única. En otra canción digo 'May everyone live and may everyone die. Hello, my love, and, my love, goodbye' ['Que todos vivan, que todos mueran. Hola, mi amor, y, mi amor, adiós']. Eso es todo lo que sé'.

A sus 67 años, este compositor, cantante, poeta y novelista huye de establecer o cimentar doctrinas: 'En el tema That don't make It junk está uno de mis versos favoritos: 'Sé que estoy perdonado, pero no sé cómo lo sé. No confío en mis sentimientos íntimos, porque éstos van y vienen'. La metáfora es como la de un personaje de August Strindberg o de Henry Gibson, que no para de pelar una cebolla para buscar el corazón y resulta que no hay corazón. Así es exactamente el ser humano. Eso es la libertad'.

Tal vez esa visión le haga escuchar con gran comprensión la música que ahora se hace para la gente joven: 'Creo que cada generación tiene su gran vino. Siempre salen chicos que tienen algo que decir. Nunca he prestado mucha atención a la música convencional, pero ahora mis hijos me ponen algunas cosas y creo que suenan bien, aunque ya no sean para mí. Son para gente más joven, así que, para entenderlas, trato de volver atrás y sentir lo que sentía cuando tenía su edad'.

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