Más de la Alameda
Los responsables políticos del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Sevilla han mostrado a los medios el 'apoyo ciudadano' que, según ellos, suscitan los proyectos de la Alameda, expresado por una serie de organizaciones vecinales y sectoriales. Según esos responsables, las organizaciones representan el sentir de unos 8.000 ciudadanos del casco histórico.
Es vieja la táctica empleada. La fórmula de la adhesiónfrente a la reflexión. El número de personas que dicen frente a lo que las personas puedan decir. Y frente a las protestas, aparcamiento. Frente a todas las carencias de la gente, atención a las necesidades del Corte Inglés: aparcamiento. Frente a la compleja contradicción entre un centro cada vez más tematizado y vaciado de sus propios usos por una población que huye al Aljarafe porque no se le ofrecen los mínimos servicios que otros sí tienen, y una periferia desordenada y voraz que usa el coche como arma y el centro como campo de batalla, la solución: aparcamiento, claro.
El Ayuntamiento abusa de la buena fe de la gente que dice apoyarle, cuando el único apoyo en un Estado de Derecho son los votos. Les engaña y les usa como excusa. Les agradece la opinión que dicen tener sobre algo en lo que, en realidad, casi ninguno ha pensado, o ha pensado sin referencias ni conocimientos suficientes.
El Ayuntamiento se sirve del evidente estancamiento social y cultural que sufre el centro histórico. La promesa de algo nuevo y, aparentemente, 'moderno', basta, sin pensar las consecuencias ni otras alternativas. Pasar del burro al ciclomotor parece bueno pero, en realidad, no lo es.
Y a los únicos sectores sociales que han mostrado, con conocimientos y reflexión, su discrepancia, se les desprecia, cuando no se les ataca.
El Ayuntamiento debería saber que muchos de esos discrepantes son gente que libremente ha venido a vivir en el casco histórico, conociendo sus carencias, pero denunciándolas y recibiendo siempre el silencio por respuesta. Gente que valora la ciudad en la que vive y la quiere ver progresar, en el sentido europeo del término, en el sentido de las ciudades más audaces e innovadoras de Europa, no en el rancio, sesentero y franquista que este equipo de gobierno quiere.
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