Joyas de piedra y ladrillo
El Colegio de Arquitectos de Madrid hace este año una apuesta de envergadura: va a colocar de una sola tacada sus selectivas placas de bronce en las fachadas de un collar de edificios cuya excelencia desea resaltar. Quiere prestigiar la arquitectura madrileña de esta manera, que cree la mejor forma de defenderla tanto de la inepcia como de la insensibilidad de poderes públicos y privados.
Este año, la distinción recae, entre otros, sobre la iglesia de San Agustín -en la calle de Joaquín Costa, obra en 1950 de Luis Moya Blanco, con bóveda tabicada de arcos cruzados y planta elíptica- y el Museo de América, del mismo autor y de Luis Martínez Feduchi, un hito sobre la Ciudad Universitaria, mezcla de palacio y convento con un patio de sabor colonial. También será distinguido el edificio que en su día ocupara el diario Arriba, en la prolongación del paseo de la Castellana, cerca de la plaza de Castilla, que cuenta con una fachada cubierta por una malla ortogonal, obra de Francisco de Asís Cabrero en 1962.
De igual modo recibirá la placa del Colegio de Arquitectos un grupo de viviendas de la calle de Basílica, de diseño cubista, obra de Julio Cano Lasso, Alejandro Blond y Alfonso García Noreña. Otro galardón distinguirá al Edificio Girasol, de José A. Coderch y Manuel Valls, cuya disposición en diagonal fue en 1966 todo un hito modernizante en pleno barrio de Salamanca.
Exhibirán también sus placas la casa ubicada en el número 26 de la calle de Almagro, obra de Luis Gutiérrez Soto, y el edificio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, del que es autor Pascual Bravo Sanfeliú. La Escuela, que fue edificada en el año 1933, resultó muy dañada durante la guerra civil, aunque posteriormente fue restaurada en 1943. Caja Madrid ha financiado las placas de bronce.
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