Es el momento de decir basta
El 11 de septiembre asistimos incrédulos a los atentados contra las Torre Gemelas de Nueva York y contra el Pentágono. Nunca hubiéramos imaginado que el dominio económico y político de Occidente, con los EE UU a la cabeza, sobre el resto del mundo pudiera provocar una reacción tan macabra como ésta. ¿Dónde queda ahora la seguridad del mundo occidental?
A la luz de los acontecimientos, resulta como mínimo descabellado, que el ministro de Defensa Federico Trillo continúe afirmando sin reparos que la instalación del Cuartel de la OTAN en Bétera, con la posible presencia de armamento nuclear y de armas químicas y biológicas, que pasaría a ser un objetivo militar de primer orden en caso de conflicto y situado en medio de una de las zonas más densamente pobladas de Europa con más de millón y medio de habitantes -Camp de Túria, L'Horta y el Área Metropolitana de Valencia- supondría mayor seguridad para todos los valencianos.
Ignorando la voluntad popular manifestada en el referéndum de 1986, España se encuentra plenamente integrada en la estructura militar de la OTAN desde 1999. La misma OTAN que ha permitdo que los EE UU provocaran 100.000 muertos civiles en la ofensiva de 1991 contra Irak junto con la estrategia de ahogar con el embargo económico a su población (más de un millón de víctimas). La misma OTAN que ha consentido que Israel no acatara las resoluciones de la ONU en relación a Palestina y continuara libremente ejerciendo la represión. La misma OTAN que sembró los Balcanes de odio, munición radioactiva y muertos civiles.
La ambición de Jose María Aznar por convertirse en uno de los principales aliados de EEUU parece no tener límites: al visto bueno al escudo antimisiles, que supondría una provocación a terceros paises y un enorme crecimiento del gasto militar a nivel mundial (reduciendo gastos sociales), hay que añadir la oferta de Bétera como Base de la Nueva Alianza Atlántica y la ampliación de la Base de Rota, que harán de España la pincipal plataforma de lanzamiento de las agresiones militares de la OTAN, convirtiéndonos en cómplices de sus barbaries.
Exigimos al Gobierno la retirada de la candidatura de Bétera, la intervención diplomática y no militar en el conflicto de Afganistán y una apuesta clara por políticas activas y coherentes en favor de la paz, de los Derechos Humanos y de las relaciones igualitarias entre los pueblos.
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