Avatares de la caja tonta

La historia de la televisión española ha dado lugar a numerosos libros, pero abundan entre ellos los reportajes periodísticos, las polémicas encendidas y ese género de superficialidad que permanece entre la evocación nostálgica y la conciencia del imposible arreglo de este medio de comunicación tanto cuando era público como cuando se ha convertido en privado. A mejorar esta situación no contribuirá mucho este libro redactado por una persona que vivió su carrera profesional en la TVE y que, por tanto, utiliza sus recuerdos en mayor medida que sus lecturas para reconstruir el pasado. Este mismo proceso de elaboración contribuye a lastrar el contenido de este libro con la edulcoración de la etapa en que el autor era protagonista; en otras, los juicios son apresurados o manifiestamente injustos aunque se pretenda una voluntad de imparcialidad consistente en criticar a todos por igual tanto en lo que respecta a la incapacidad económica como en la voluntad de satisfacer los compromisos políticos.

¿Se puede afirmar, por ejemplo, que la etapa entre 1964 y 1975 fue 'una de las más esplendorosas' de TVE? Es evidente que en ella se obtuvieron más premios internacionales, pero un mínimo de imparcialidad hubiera debido obligar a poner en relación las informaciones aparecidas en los telediarios con la realidad más allá de las pantallas. La última parte de este libro es la que resulta más floja a pesar de la cercanía temporal y en ella el sesgo conservador es bien manifiesto. ¿Es sostenible considerar que la televisión de la época de Fernando Castedo estaba entregada a Alfonso Guerra? Los duros juicios contra Calviño parecen justificados, pero el autor pasa como de puntillas por la política televisiva del PP y apenas hace referencia a la voluntad de este Gobierno por construirse una situación confortable en este campo a base de empresas privatizadas. Por más que se quiera repartir ácidos juicios en todas las direcciones hace falta un poco de criterio cuando uno trata de aparecer por encima del torbellino de disputas en que consiste la historia de la televisión. Resulta increíble que la sentencia contra el juez Gómez de Liaño pueda ser despachada con un juicio de Jesús Cacho sobre los 'gratuitos y reiterados juicios de intenciones' de los jueces después de afirmar que el procesamiento de los directivos de Sogecable tuvo un origen político. La historia de nuestra televisión, tema crucial del pasado inmediato, sigue, pues, pendiente de un libro a la altura de la envergadura intelectual que debiera corresponderle.