Las secuelas del 11 de septiembre

En la sección Cartas al Director sigue caudaloso, a pesar de los días transcurridos, el torrente de interpretaciones suscitadas por los hechos del 11 de septiembre y sus secuelas. Por encima de la notoria diversidad que les confiere la sagacidad de sus autores, se observa un modelo predominante que describo al punto:

Uno: breve texto condenatorio de los atentados. Dos: proposición justificativa en la que se exponen algunos de los innumerables males perpetrados por la nación americana a lo largo de su breve e intensa historia, y en la que se concluye que se lo llevan merecido. Tres: condena rotunda y terminante de la, por ahora, inexistente réplica de EE UU. Cuatro: condolencia por las futuras víctimas inocentes de dicha réplica.

No repuesto del asombro ante las dotes anticipatorias de mis compatriotas, capaces de predecir arbitrarios, brutales, sangrientos e inminentes ataques norteamericanos, pero conmovido por la gran altura moral que se demuestra en lamentar el elevado número de muertes que causarán, me atrevo a sugerir que en lo sucesivo las angelicales comunicaciones de los españoles añadan un punto cinco, de repulsa ante las nuevas masacres que la barbarie terrorista siga ocasionando, y otro, seis, de condolencia por las víctimas, aunque por occidentales menos inocentes, que esos nuevos atentados ocasionen.