Forma y fondo
Segundo largometraje de Mónica Laguna tras su fallido debú en Tengo una casa. El juego de Luna es un arriesgado, y a la postre feliz ejercicio de puesta en escena, un calculado artefacto en el cual la forma tiene mucho que ver con el fondo -la vida arriesgada de una joven que, hija de un jugador de póquer, hace de su vida una continuada apuesta contra, en el fondo, ella misma y su compulsión de jugar-. La vida del juego clandestino, una historia de amores que se cruzan desde la infancia, un secreto que afecta a la protagonista (Ana Torrent), parecen otros tantos motivos importantes en el desarrollo de la película.
Parece que a la directora, que no en vano llamó a su primera productora McGuffin, lo que más le preocupó durante la elaboración fue ordenar todo como una de las partidas de cartas que en el filme se escenifican. Ahí está lo mejor del filme: la madurez con que Laguna controla la partida, la precisión milimétrica de su puesta en escena, la cuidada ambigüedad que arranca de Torrent.
EL JUEGO DE LUNA
Directora: Mónica Laguna. Intérpretes: Ana Torrent, Ernesto Alterio, Carlos Kaniowsky, José Pedro Carrión, Dafne Fernández. Género: drama, España, 2001. Duración: 91 minutos.