Tiempo de unidad
España presentó ayer un frente político de solidaridad con EE UU ante el desafío planteado por los ataques terroristas del pasado 11 de septiembre. Con la excepción de Izquierda Unida, los principales partidos apoyaron el permiso concedido a EE UU para que pueda utilizar las bases conjuntas en territorio español, y se pronunciaron a favor del respaldo político acordado desde la Alianza Atlántica y la Unión Europea.
A una amenaza global corresponde una respuesta global y coordinada. Una prueba de esta nueva coordinación internacional llegó ayer con la detención en cinco ciudades españolas de seis personas con pasaportes argelinos sospechosas de integrar una célula de la red de Osama Bin Laden y otros diez colaboradores que preparaban atentados contra intereses estadounidenses. La operación, según explicó la policía, es fruto de investigaciones en varios países. Aznar se mostró ayer partidario de un convenio en la ONU contra el terrorismo internacional, de un acuerdo de cooperación entre Europol y las correspondientes agencias en EE UU y anunció una ayuda especial por parte de España a los refugiados afganos.
La ocasión de presentar éstas y otras propuestas la brindó la sesión informativa en el Congreso de los Diputados sobre el Consejo Europeo extraordinario celebrado el pasado viernes en Bruselas para decidir la reacción europea ante esta crisis. La gravedad de lo que está ocurriendo merecería un debate en profundidad. El presidente del Grupo Socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, pidió al Gobierno que busque el apoyo del Parlamento en todos los pasos importantes que dé para afrontar esta crisis, aunque no esté constitucionalmente obligado a ello salvo en caso de declaración de guerra, término que se eludió en todo momento.
Las coincidencias en el arco parlamentario fueron amplias, sobre todo en torno a un mensaje central: la lucha contra el terrorismo radical islámico no es una lucha contra el islam en general. Es necesario tranquilizar a la población musulmana en España, aunque no es correcto, como hizo Aznar, meter en un mismo saco 'toda deriva nacionalista, racista o xenófoba'.
La lucha contra el terrorismo 'será larga', según Aznar. En tal situación, la presidencia del Consejo de la UE, que España asumirá en el primer semestre de 2002, cobra una nueva dimensión. Impulsar el desarrollo de medidas europeas para combatir el crimen organizado, incluido el terrorismo, va a ser una prioridad, finalmente apoyada por todos los Estados miembros. Asimismo va a impulsar la dimensión de seguridad en el proceso de cooperación euromediterránea que se lanzó en Barcelona en 1995 y cuya quinta reunión ministerial va a celebrarse en el semestre español. Lo que aún resulta insólito es que no hayan mejorado las relaciones entre Madrid y Rabat, y que el primer país árabe visitado por Aznar tras el 11 de septiembre haya sido una dictadura como Túnez.
La crisis servirá para dar un acelerón a la reforma del Cesid. Aznar prometió ayer que el Gobierno aprobaría en menos de dos semanas el proyecto de ley de lo que pasará a llamarse Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Asimismo impulsará la actualización de los objetivos de defensa.
Es de lamentar que, en la coincidencia de sus planteamientos, el Gobierno y el principal partido de la oposición evitaran u olvidaran hablar ayer de la preservación de las libertades civiles, un tema central en el debate de estos días en el Congreso de Estados Unidos y que preocupa crecientemente a los ciudadanos. Las fórmulas incontroladas de lucha contra el terrorismo han servido, en ocasiones, de coartada para limitar esas libertades, lo que de paso estimula a los terroristas en su paranoia.
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