Estados Unidos invierte 1.200 millones de dólares en un programa que trasvasa tecnología militar a la industria
Doble uso, doble cara. Al mismo tiempo que limita la exportación de productos de doble uso, Estados Unidos fomenta un programa científico en el que militares y empresas se han unido para crear tecnologías que puedan ser explotadas también en el mundo civil, una actitud con larga tradición en el país.
En los últimos cinco años, bajo el paraguas del programa científico y tecnológico de Doble Uso, el Departemento de Defensa inició 300 proyectos en los que, con la participación de la industria, invirtió 800 millones de dólares (145.000 millones de pesetas). Durante el presente ejercicio el gasto se disparará a 400 millones de dólares, principalmente en proyectos de electrónica, medicina, medio ambiente y aplicaciones logísticas. De los 335 participantes no federales, 130 son empresas comerciales del calibre de Lockheed Martin, Boeing, ITT, Ford y Sun Microsystems, y las universidades de Stanford y Georgia Tech Research Institute.
Videojuego para soldados
Los proyectos son variopintos. La compañía Mak Technologies y la Armada han desarrollado Army Commander 2010, un videojuego de simulación tridimensional con sonido realista y gráficos que permitirá a los soldados planificar las operaciones. La policía, los bomberos y otros efectivos serán los beneficiarios del lado civil. Incluso se venderá una versión del juego.
Otro proyecto, en el que participa la empresa Nanogen, trata de desarrollar un biochip para diagnosticar la presencia de infecciones endémicas o armas biológicas. Los primeros ensayos clínicos serán entre 2004 y 2007. La Marina pretende construir un robot bípedo con miembros biomecánicos para operaciones urbanas peligrosas. Plantas nucleares y fuerzas del orden serían su cara no bélica, y se tiene en cuenta el lucrativo mercado del ocio. Participan la compañía Intelligent Inference System y las universidades de Berkeley y Stanford.
En el programa de 2001, Sun Microsystems colabora con la Navy para fabricar chips CMOS (Complementary Metal Oxide Semiconductor) de bajo consumo que permitirán reducir las baterías de los equipos electrónicos usados en las misiones. Y quizá tengan vida en los teléfonos móviles y otros equipos de consumo portátiles. También se prevé el desarrollo de nanosensores (entre 20 y 100 nanómetros, la mil millonésima parte del metro) para misiles, la industria aeroespacial y el control de edificios.
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