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Nueva York necesitará aún seis meses para retirar los restos de las Torres Gemelas

Se suspende el homenaje a los bomberos ante el temor a que acuda un millón de personas

Soledad Gallego-Díaz

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En el muelle 94, junto a la avenida 12 de Manhattan, se reúnen todos los días, infatigables, deshechos y muy disciplinados, los familiares de muchas de las víctimas del World Trade Center para recibir información sobre la marcha de los trabajos de rescate. Lo más difícil no es aceptar que no hay posibilidades de encontrar a alguien con vida, sino comprender que nunca podrán recuperar los cuerpos de sus seres queridos porque quedaron pulverizados por los escombros de las Torres Gemelas y de otros edificios que se hundieron con ellas.

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Las operaciones de limpieza de la zona cero pueden durar más de seis meses, según explicó ayer el alcalde de la ciudad, Rudolph Giuliani, porque se han retirado ya 60.000 toneladas de cascotes, pero se calcula que aún quedan para levantar varios centenares de miles de toneladas más. Hasta ahora nadie quería hablar de la imposibilidad de encontrar los cuerpos de las víctimas, pero ya es evidente que, 10 días después del atentado, los equipos de rescate, que siguen trabajando centímetro a centímetro, sólo han podido hallar 233 cadáveres de las más de 5.000 personas desaparecidas.

Giuliani, que demuestra unas maravillosas dotes de delicadeza, insospechadas en un hombre de antecedentes tan duros como los suyos, empezó ayer a hacer calar ese mensaje. Por primera vez admitió que hay una fuerte posibilidad de que no se pueda recuperar más cadáveres: 'Hay que tener en cuenta', explicó, 'que la explosión del combustible de los aviones provocó temperaturas de cerca de 400 grados centígrados'. El alcalde prometió, sin embargo, seguir buscando: 'Vamos a intentar encontrar supervivientes y todos los restos que podamos, porque los propios trabajadores de los equipos de rescate no están dispuestos a darse por vencidos, aunque las autoridades dijéramos otra cosa, y porque algunos expertos, incluidos algunos militares, nos dicen que ha habido situaciones en las que alguien ha sobrevivido más de diez días. Pero tenemos que aceptar que no vamos a logrr recuperar los cuerpos de todos los que han muerto'.

Funeral masivo

La ciudad tendrá que prepararse en algún momento para un funeral masivo, una ceremonia ecuménica colosal en la que los familiares y amigos de esos miles de personas desaparecidas en el sentido más absoluto del término, intenten desarrollar un rito común de despedida. Pero, de momento, las medidas de seguridad siguen impidiendo grandes concentraciones de gente e incluso se ha decidido suspender el homenaje a los bomberos, convocado para el día 23 en Central Park. Los bomberos en Nueva York, casi como en cualquier parte del mundo, son extraordinariamente queridos, y en esta catástrofe más de trescientos de ellos, incluidos jefes y oficiales, cayeron cuando intentaban ayudar a la evacuación de las torres. Las autoridades calcularon que podían acudir al homenaje más de un millón de neoyorquinos y se asustaron. Habrá que dejarlo para otra ocasión.

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El cariño que suscitan los bomberos ha provocado, sin embargo, un problema: una parte desproporcionada de los donativos económicos que están haciendo millones de norteamericanos a lo largo y ancho del país está destinada a los familiares de estas víctimas. Los responsables de algunas asociaciones caritativas han empezado a llamar la atención sobre otros colectivos. Por ejemplo, los centenares de empleados de mantenimiento de los edificios derrumbados, la mayoría de ellos latinoamericanos, o los camareros y cocineros del restaurante que estaba en el último piso de una de las torres, el Windows on the World. Las familias de las 79 personas que trabajaban allí pueden encontrarse con una ayuda muy escasa -alrededor de medio millón de pesetas-, y muy probablemente no disponen de recursos suplementarios. Muchos empiezan a darse cuenta ahora de que quienes más van a sufrir esta tragedia son las familias de los centenares de trabajadores inmigrantes de baja cualificación que pululaban en el World Trade Center en multitud de pequeñas tareas. Algunos no habían traído a sus familias, pero les enviaban religiosamente parte de su salario. Puede que algunas de estas familias no sepan siquiera qué ha ocurrido.

Trabajadores de las tareas de rescate y limpieza en un aparcamiento cerca del World Trade Center.
Trabajadores de las tareas de rescate y limpieza en un aparcamiento cerca del World Trade Center.ASSOCIATED PRESS

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