Diálogo y terror
El pasado día 11 todos hemos podido observar en directo el ataque terrorista más sangriento de la historia. Aquí en el País Vasco y en el resto de España ya conocemos qué es y qué pretende el terrorismo porque lo padecemos directamente, y por ello no nos sorprenden las reacciones de todos los líderes mundiales condenando los atentados, solidarizándose con las víctimas, solicitando unidad de acción contra el terrorismo o descalificando cualquier justificación ideológica, religiosa o étnica capaz de amparar estas acciones.
Lo que sí me sorprende, como político vasco, es que alguien alguna vez haya podido dar cobijo ideológico al terrorismo, haya sembrado en la escuela el odio al prójimo, haya impulsado la unidad con quienes avalan estas acciones o equiparado víctimas con verdugos. Pero acciones y reacciones como las de esta semana demuestran el absurdo y la estupidez que supondría que hubiera responsables públicos que defendieran el diálogo sin límites entre terroristas y neoyorquinos, clamando porque los responsables de la matanza en Norteamérica sean encarcelados cerca de sus domicilios, pensando que no se debe derrotar a los que son capaces de asesinar a miles de personas o creyendo que el terrorismo acabará cuando se sienten en una mesa los políticos.
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