_
_
_
_

'Soy el siguiente objetivo de Bin Laden'

Benazir Bhuto, ex primera ministra de Pakistán entre octubre de 1993 y noviembre de 1996 y entre noviembre de 1988 y agosto de 1990, lidera la mayor formación de la oposición paquistaní, el Partido Popular Paquistaní (PPP). Bhuto asegura desde su exilio en Gran Bretaña que ella es 'el siguiente objetivo de Osama Bin Laden'.

Pregunta. ¿Puede Occidente confiar en el actual régimen paquistaní como aliado en esta guerra contra el terror?

Respuesta. Es correcto que Islamabad apoye la batalla contra el terrorismo. El problema es éste: Islamabad tiene en la actualidad un régimen militar que carece de base popular. Se centra en exprimir a los grupos moderados y permitir el libre reinado de los elementos protalibán. La cuestión que tiene en vilo al público paquistaní es si el régimen hará lo que dice.

'Las repercusiones de la guerra afgana contra la ocupación hicieron que mi país dejase de ser progresista'
'Soy creyente y confío en Dios. Quiero que los paquistaníes prosperen con el resto del mundo'
Más información
La guerra civil amenaza Pakistán
Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

P. ¿Cuáles son los límites del apoyo paquistaní a un ataque contra Bin Laden, y quizá contra los talibán, sin causar una reacción violenta entre la opinión pública y en el mundo musulmán?

R. Si el objetivo es la captura y el juicio de Bin Laden, es factible, dada la voluntad de Islamabad. Si el objetivo es un rápido ataque terrestre para reemplazar a los talibán, podría complicarse. Si es lanzar ataques aéreos, que los talibán pueden resistir en el terreno tan montañoso del país, podría ser largo. Hay otra solución para conseguir el mismo fin: una mezcla de medidas políticas y militares.

P. ¿Y sobre el apoyo prestado por el aparato de seguridad de Islamabad?

R. Ese aparato está plagado de partidarios de los talibán. Por dos veces desestabilizaron mi Gobierno. Si mi Gobierno seguía una política, el Estado dentro del Estado se adhería a otra. Cuando me quejé al jefe militar de un oficial poco fiable, no lo sustituyó. Cuando se produjo un levantamiento en Karachi, mi Gobierno recibió muy poca información secreta específica del aparato de seguridad. Tuve que sacar a los militares y establecer un control civil total para acabar con el levantamiento. El régimen militar carece de un servicio de espionaje político. Depende totalmente del aparato de seguridad. El general Musharraf podría decir que apoya la coalición internacional contra el terrorismo y que va a prestar su ayuda. El reto para él es demostrar que puede traducir la política estatal en acción estatal. La cuestión de las repercusiones para el mundo musulmán es importante. Ahora mismo se están produciendo cuatro debates internacionales. Son la militancia, la libertad, Palestina y la emancipación económica. Los militantes intentarán arrastrar a Palestina al debate sobre el terrorismo. Si se mantiene el alto el fuego en Oriente Próximo, las repercusiones para el mundo musulmán serán fáciles de contener.

P. Pakistán era un Estado progresista. ¿Cómo ha podido volverse tan partidario de los talibán, tan retrógrados?

R. Las repercusiones de la guerra afgana contra la ocupación extranjera hicieron que mi país dejase de ser progresista. Los generales que participaron en la yihad islámica con EE UU creyeron que habían derrotado a una superpotencia y podían derrotar a otra. Desestabilizaron los Gobiernos democráticos de Pakistán. Mientras en público hablaban de que Afganistán daba profundidad estratégica a Islamabad, secretamente, Islamabad se convirtió en el interior de Afganistán.

P. ¿Qué hace que los musulmanes moderados y extremistas estén tan enfadados y resentidos con EE UU?

R. Los extremistas musulmanes están enfadados por problemas locales. La cuestión internacional más grave es el conflicto de Oriente Próximo. Es el factor aislado más inflamable. Los paquistaníes se oponen a los talibán y a los partidos religiosos. Lo significativo es la influencia y la simpatía que los talibán despiertan en el Ejército, en los servicios secretos y en los pensionistas militares.

P. ¿Cuál es, en su opinión, la mejor forma de frenar el tipo de atentados como el cometido contra EE UU?

R. Cambiar el planteamiento y centrarse en Pakistán y su democratización. Es significativo que no se produjera ningún ataque terrorista durante mis dos mandatos como primera ministra. Los extremistas estaban demasiado ocupados en derrocarme -para capturar Islamabad- como para concentrarse en el extranjero. Fue cuando el PPP fue depuesto por decreto, y la rama civil del aparato de seguridad lo suplantó mediante unas elecciones manipuladas, cuando se produjeron los ataques terroristas. Entre ellos se encuentran no sólo los últimos atentados, sino el anterior secuestro en Filipinas, los atentados de Bombay y Nueva Delhi, así como los de Kenia, Tanzania y Yemen.

P. Aceptémoslo. Islamabad es la yugular de Kabul, un país sin acceso al mar que está en conflicto con todos sus vecinos. Si se limpia Islamabad, las fichas de dominó de los campamentos afganos comenzarán a rodar.

R. Para eso es necesaria una verdadera democracia, en lugar de la democracia de escaparate que existió entre 1988 y 1999. Yo compartí el poder con el aparato de seguridad a través del presidente durante ese periodo. Pero los extremistas habían escapado. Osama no se atrevió a ir a Kabul hasta que se tomó la decisión de deponerme, a mediados de 1996. Los talibán estaban atascados en el sur de Afganistán por nuestra política exterior. Sólo cuando mataron a mi hermano, la tercera semana de septiembre de 1996, para deponer a mi Gobierno, consiguieron los talibán entrar unilateralmente en Kabul. Después del asesinato del líder de la resistencia afgana, Masud, a principios de este mes, es muy probable que yo sea el próximo objetivo, porque puedo levantar al pueblo paquistaní. Mi partido recibió información sobre esto y escribió a las autoridades. Osama lanzó a los extremistas contra mí por primera vez en 1989. Dio 10 millones de dólares para que se presentase una moción de confianza contra mí. Algunos dicen que volvió a Arabia Saudí después de la retirada soviética, pero fue atraído de nuevo al sur de Asia por los extremistas de Islamabad. Querían que financiase mi derrocamiento. Por cierto, Ramzi Yusuf [el terrorista condenado por el primer ataque terrorista a las Torres Gemelas] también intentó matarme dos veces para impedir que me convirtiese en primera ministra. Yo soy creyente. Confío en Dios. Quiero que los paquistaníes prosperen con el resto del mundo mediante las oportunidades económicas y la libertad política. Por eso me apoya mi pueblo. Lucho por poner fin a las desgracias de los afganos. Si consiguen un Gobierno en el que confíen, podrán volver a su propio país. Están viviendo en condiciones infrahumanas en campamentos de refugiados mientras unos fanáticos juegan a la política. Mi Gobierno estuvo a punto de conseguirlo en noviembre de 1996. Conseguimos que todas las facciones designasen una comisión para establecer un Gobierno de base amplia. Tres días después, me depusieron por decreto. Este cambio todavía se puede producir. Necesitamos el apoyo internacional para decirle al general Musharraf que ha llegado la hora de convocar unas verdaderas elecciones. La Comisión Electoral necesita una ayuda como la prestada a Suráfrica para que pusiese fin a la segregación. De no ser así, los elementos equivocados del aparato de seguridad harán lo mismo que hicieron en el pasado: constituir partidos políticos, falsear las elecciones y convertir a mi país en rehén del odio y del terror que provoca.

La ex primera ministra paquistaní Benazir Bhuto.
La ex primera ministra paquistaní Benazir Bhuto.ASSOCIATED PRESS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_