'Queremos reflejar la diversidad del cine'
Mikel Olaciregui (Pasaia, Guipúzcoa, 1956) afronta su primer año como director del Festival Internacional de Cine de San Sebastián con la esperanza de que el público entienda la ausencia de grandes estrellas provocada por la tragedia de Estados Unidos. El sucesor de Diego Galán mira al 50º aniversario de la muestra con tranquilidad y se ratifica en que su labor será continuista.
Pregunta. ¿Entenderá el público la falta de estrellas?
Respuesta. Eso espero. Indudablemente, la presencia de los actores y directores que promocionan las películas es importante, porque contribuye a que tengan mayor presencia en los medios de comunicación. Pero así como creo que se puede entender un festival de cine en el que haya películas y no haya actores, no podríamos entender nunca un festival en el que hubiese estrellas y mucho glamour pero no hubiese películas. No tendremos las asistencias más esperadas, pero hay mucho y muy buen cine, por lo que animo a que sepamos separar el grano de la paja, que la gente entienda que lo importante son las películas y nos dé un voto de confianza en esta selección.
'Las formas de actuar de los jurados son las cosas más imprevisibles del mundo'
'Es vocación del festival apoyar a los nuevos directores y a los realizadores aún no consagrados'
P. La tragedia de EE UU ha desmoronado la lista de artistas invitados. ¿Significa que el cine norteamericano sigue teniendo más peso que el de otros países?
R. En la competición oficial sólo hay dos películas norteamericanas, es decir, que tampoco tiene un peso específico. Cuando se hicieron las estadísticas de presentación había una gran preponderancia de cine europeo. Lo que sí creo es que, debido a las grandes maquinarias de promoción que tienen las películas norteamericanas y a que hay un determinado tipo de prensa que sigue a esos actores norteamericanos, se crea el deseo de verles.
P. ¿Cómo definiría entonces esta edición del certamen?
R. Se ha tratado de ofrecer una muestra de la gran diversidad del cine que se hace en este momento en el mundo. El cine que normalmente se estrena en las salas comerciales es norteamericano, pero en la sección oficial hay películas de países que raramente llegan a esas salas comerciales, desde Australia hasta China, pasando por Dinamarca, Holanda, España, Francia... Hay una variedad de nacionalidades y también de estilos, pues hay desde películas de una narrativa muy clásica hasta películas que toman ya unos riesgos formales e incluso narrativos importantes. Hay además una variedad de géneros, que van desde la comedia hasta el drama, pasando por el documental. Se ha pretendido reflejar ese pluralismo y que todas las tendencias del cine actual, desde la película más clásica y que pueda estar dirigida a un gran público hasta la película más minoritaria, tengan su representación en el festival.
P. En las últimas ediciones han arreciado las críticas a los jurados. ¿Por qué razón?
R. Se arremete contra los jurados, pero no sólo del Festival de San Sebastián. Los jurados normalmente están compuestos por personas que a título personal y profesional tienen un gran prestigio. ¿Cómo van a juzgar las películas? Es una incógnita. Las grandes críticas vienen sobre todo porque las decisiones a las que llegan no coinciden con las de los críticos, lo cual provoca a su vez una crítica. Hay gente incluso que dice que se elige el jurado en función de la película que se quiere que gane. Pero las químicas y las formas particulares de actuar de los jurados son las cosas más imprevisibles del mundo, no hay forma de adivinar a priori cómo va a pensar un determinado jurado. Creo que toman sus decisiones normalmente con mucha honestidad, y hay que respetarlas, aunque a veces no sean las más adecuadas para la imagen del festival ni vayan de acuerdo con lo que hubiese deseado.
P. Su antecesor, Diego Galán, dijo que los festivales deben ser puntos de descubrimiento. ¿El festival donostiarra arriesga lo suficiente?
R. Este festival tiene la clara vocación de premiar cada año a un nuevo director y de tener una competición que recoja el trabajo de estos nuevos directores, desarrollado muchas veces con grandísimos problemas de financiación y de credibilidad. Hay que apostar por los nuevos directores, porque son los que van a formar la lista de los directores consagrados de dentro de nada. Pero no sólo podemos tener nuevos directores, hay que dar salida también a esos directores que muchas veces, y se produce mucho en la selección de este festival, tienen tres o cuatro películas prestigiosas, pero no han llegado todavía a ese nivel de directores consagrados, aunque, desde luego, están en un camino muy directo para conseguirlo. Salvo contados nombres, hay muy poco cine fuera del americano que se estrena fuera de sus fronteras. Creo que es el gran drama del cine europeo, que su mercado principal siempre es el interno y casi nunca somos capaces de abrirnos a los mercados externos.
P. ¿Sigue con la idea de realizar una labor continuista?
R. Sigo con la misma idea, pero además es por convicción. En los nueve años que trabajé en la gerencia del festival, tanto con Diego Galán como con Manuel Pérez Estremera, estuve muy cerca de todo lo que es el diseño del festival y, al igual que el equipo directivo, que continúa siendo el mismo, creo que la fórmula actual funciona.
P. ¿Están pensando ya en el 50º aniversario del festival?
R. Ahora tenemos diez días intensos, pero lógicamente las ideas ya están bullendo. Ya comenzamos el año pasado con la exposición Mil imágenes, que va a estar rotando por diversas ciudades. Habrá un libro conmemorativo e igual las retrospectivas giran alrededor de lo que ha sido la historia del festival. Realmente tendremos una edición en la que cumplimos un número redondo, pero será una edición más, aunque intentaremos que sea un poco más brillante y alegre.
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