El Papa pide a Washington que no ceda 'a la tentación del odio'
El papa Juan Pablo II se refirió ayer, por tercera vez consecutiva, al devastador ataque terrorista sufrido por EE UU el pasado martes con palabras que dejan ver la preocupación de la Santa Sede ante la anunciada respuesta de Washington. Durante una visita rutinaria a Frosinone, cerca de Roma, el Pontífice exhortó al 'amado pueblo estadounidense' a 'no ceder a la tentación del odio y la violencia'.
El breve viaje de Karol Wojtyla (que regresó a su residencia veraniega de Castelgandolfo poco antes de las dos de la tarde) estuvo rodeado por un dispositivo de seguridad nunca visto en los desplazamientos del Papa dentro de Italia. El espacio aéreo sobre Frosinone fue cerrado al tráfico como primera medida. En tierra, 300 policías y carabinieri, 600 miembros de Protección Civil, un escuadrón de policía antiterrorista, un grupo de artificieros y unos 500 voluntarios de la curia, reclutados como servicio de orden, escoltaron al Pontífice en esta visita.
Los atentados sufridos por las Torres Gemelas de Nueva York y por el Pentágono, y sobre todo el nuevo escenario de guerra que se ha abierto tras los mismos, inquieta en el Vaticano hasta el punto de haber obligado a una reflexión de última hora sobre la conveniencia de mantener o no el viaje -previsto para los días 22 a 27 de septiembre- que hará Juan Pablo II a la república de Kazajistán, de mayoría musulmana, y a Armenia. El Papa ha decidido mantener esta visita por encima de todo, aunque es previsible que las medidas de seguridad, empezando por las que rodean al vuelo papal, sean reforzadas.
Un portavoz de la Santa Sede desmintió ayer, calificándola de infundada, la noticia difundida por la prensa italiana según la cual la basílica de San Pedro, con su gigantesca cúpula visible desde todos los miradores de Roma, sería un objetivo seleccionado por el terrorismo islámico. Citando fuentes de los servicios secretos italianos, diversos medios de comunicación han afirmado que la cúpula, por su carácter de símbolo del cristianismo y de la civilización occidental, está especialmente amenazada en caso de una guerra abierta contra el terrorismo árabe. Sería un objetivo, según las mismas fuentes, difícilmente defendible además.
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