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Sanidad elabora un programa de desintoxicación para los niños de la calle adictos a la cola

La dependencia de drogas inhaladas amenaza la salud de más de un centenar de menores

La adicción al pegamento y otras sustancias inhaladas, como la gasolina, amenaza seriamente la salud de más de un centenar de niños inmigrantes desamparados que deambulan por las calles de Barcelona. El Departamento de Sanidad de la Generalitat está elaborando un programa de desintoxicación que prevé el ingreso temporal de estos menores en un centro residencial con el fin de que puedan seguir una terapia de deshabituación a estas drogas. El tratamiento de los trastornos asociados y la resocialización de los menores son otros de los objetivos del plan.

El Departamento de Sanidad pretende hacer un diagnóstico individualizado a cada uno de estos niños y descubrir si sufren trastornos físicos o psíquicos asociados al uso de drogas que se inhalan, como los pegamentos y la gasolina. Bronquitis, irritaciones de las mucosas nasales, cuadros delirantes, trastornos neurológicos y conductas agresivas, son algunas de las secuelas originadas por el consumo de estas sustancias.

El Departamento de Sanidad elabora el proyecto de desintoxicación en colaboración con la Fiscalía de Menores, el Ayuntamiento de Barcelona y la Dirección General de Atención a la Infancia de la Generalitat. El problema es que estos niños, la mayoría de los cuales permanecen día y noche bajo los efectos alucinógenos de este tipo de drogas, suelen huir sistemáticamente de la tutela de la Generalitat y caen una y otra vez en el mundo de la delincuencia y la marginación, ya que no pueden ser retenidos en contra de su voluntad. Por ello los responsables de las administraciones implicadas en la atención de los niños de la calle son conscientes de que va a ser muy difícil captarlos y mantenerlos en un centro para seguir una terapia de desintoxicación.

Mecanismos legales

'Estamos analizando si existen mecanismos legales para incorporarlos al tratamiento', señala el director del Órgano Técnico de Drogodependencias de la Generalitat, Joan Colom. 'El trabajo de educación y reinserción se puede realizar en la misma calle a través de educadores sociales, pero cuando hay un problema de salud como éste, que puede llegar a ser grave, el trabajo ambulatorio no es suficiente y se requiere el internamiento', añade Joan Colom.

La inhalación de pegamento o gasolina sume a estos menores en un estado similar a la embriaguez que les ayuda a reprimir el hambre y a olvidar su situación de desamparo.

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Según la Generalitat, muchos de ellos no consumían drogas en su país de origen, pero suelen caer fácilmente presas de la droga cuando llegan a España y ven frustrados sus sueños. 'Aquí no pueden trabajar y, además de no poder mandar dinero a sus familias, se encuentran en la calle y sin ninguna expectativa', explica el director del Órgano Técnico de Drogodependencias de la Generalitat.

El lagrimeo, las náuseas y la visión borrosa son algunos de los efectos inmediatos del consumo de drogas inhalantes. Pero una dependencia prolongada de estas sustancias puede acarrear secuelas más severas e incluso irreversibles, como trastornos nerurológicos graves, bronquitis crónica, cuadros delirantes y conductas agresivas, que a menudo son autolesivas. La Generalitat admite que en varias ocasiones se han atendido menores en centros de urgencias porque se han autolesionado o se han herido unos a otros.

Joan Colom destaca que tras el consumo de estas drogas hay un problema grave de desestructuración social, por lo que insiste en que una terapia de desintoxicación difícilmente resuelve la situación de estos niños si no va acompañada de un programa de educación y de apoyo psicológico. 'Hay que escucharles mucho y entender por qué han llegado a esta situación', explica Colom.

En la elaboración de este proyecto las instituciones implicadas trabajan casi a ciegas, puesto que en Europa 'hay pocas experiencias similares que hayan dado resultados positivos', afirma Colom. Los educadores sociales, que realizan un trabajo de acercamiento hacia estos menores en la misma calle para sacarlos de la marginación, tendrán que destinar ahora nuevos esfuerzos para convencerles de la necesidad de un ingreso temporal para alejarles de las drogas.

Pese a la dificultad de cuantificar el número de s niños de la calle adictos a la cola, ya que se trata de un colectivo muy itinerante, las instituciones calculan que son más de un centenar. La mayoría de ellos han sido detenidos en numerosas ocasiones por pequeños delitos y las administraciones no hallan la manera de sacarlos de la marginación porque no pueden ser retenidos en centros de menores en contra de su voluntad.

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