Un fin de semana sin deportes
La Liga de Fútbol Americano no paró durante la II Guerra Mundial ni tras el asesinato de Kennedy
El fin de semana será ciertamente extraño. Los norteamericanos apenas podrá presenciar por tele visión algún acontecimiento deportivo; quizás una carrera de karts que se celebrará en Alemania. Nada más. Nada que ver con las 50 retransmisiones que pueden seguirse por los diferentes canales de televisión cada fin de semana. No habrá fútbol americano. Ni béisbol. Ni golf. Ni boxeo. La decisión de suspender todas las competiciones se ha ido extendiendo deporte por deporte a lo largo de las últimas horas, no sin muchas dudas al respecto, no sin sentimientos encontrados. De un lado, el dolor por las víctimas, el miedo a volar, las dificultades para trasladarse en un país cuyo espacio aéreo todavía no se ha normalizado. Del otro lado, la necesidad de recuperar el pulso vital, de impedir que los terroristas modifiquen la vida normal de los ciudadanos, el deporte convertido en una forma de evasión para una población conmocionada. Todas estas reflexiones han estado sobre la mesa. 'No recuerdo un fin de semana como éste', dijo Sean McManus, presidente de CBS Sports. 'Esto es un caso único en el peor sentido de la palabra'.
Una de las instituciones que más ha dudado a la hora de tomar una decisión ha sido la NFL, la Liga de Fútbol Americano, inicialmente partidaria de mantener la programación de sus 15 partidos para el fin de semana, teniendo en cuenta los problemas de traslado de 15 equipos y la oposición de algunos significados jugadores, de clubes importantes como los Giants, los Jets y los Washington Redskins, dispuestos incluso a un boicoteo si se les obligaba a jugar. Jason Schorn, de los Giants, llegó a declarar: 'Para nosotros, jugar habría sido ridículo'.
'Queríamos ser sensibles y rigurosos', dijo el comisionado de la NFL, Paul Tagliabue, 'y ciertamente no deseábamos ser superficiales. Hasta cierto punto, que se jugaran nuestros partidos podría contribuir a cicatrizar nuestras heridas'. La Liga de Fútbol Americano no llegó a suspenderse durante la Segunda Guerra Mundial, ni tras el asesinato del presidente John F. Kennedy, ni después del terremoto de San Francisco en 1989, ni tampoco durante la Guerra del Golfo. Ninguno de esos acontecimientos había detenido el calendario de esta competición. Pero esta vez ha sido diferente: un enemigo desconocido ha obrado el cambio. Se habían impuesto muchos argumentos afectivos, dado el elevado número de bajas, pero también el miedo que invade a buena parte de la población. No convertir un estadio repleto de gente en un objetivo para un acto terrorista se convirtió en un factor favorable a la suspensión.
La decisión de la NFL tuvo un efecto contagioso. Otros deportes comenzaron a tomar el mismo camino. Cinco horas después de comunicar Tagliabue su decisión, la Liga de béisbol anunció que aplazaba los partidos previstos para el fin de semana. Los representantes de las competiciones colegiales de fútbol, que inicialmente habían propuesto continuar con lo programado, cambiaron de idea. Así lo había decidido Roy Kramer, comisionado de la Conferencia del Sureste de fútbol universitario. Kramer llegó a manifestar que había solicitado el consejo de algunos asesores de la Casa Blanca y que le habían indicado que 'aplazar los partidos era permitir a los terroristas cambiar nuestro estilo de vida o restringir nuestra libertad'. 'Nuestro sentimiento', explicó Kramer, 'se inclinaba por continuar'. Incluso, la Conferencia anunciaba que donaría un millón de dólares para las víctimas. Pero Kramer tuvo que echarse atrás poco después. Otras conferencias universitarias de diferentes deportes fueron anunciando en cascada que suspendían sus competiciones durante el fin de semana, acompañadas por declaraciones favorables de los estudiantes. Y luego, llegó la decisión de las Ligas de Fútbol y Béisbol. 'Una vez que ellos tomaron esta decisión, decidimos dar el mismo paso'.
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