'El misterio me empuja a rodar'
La actriz inglesa Charlotte Rampling, como en su papel 'Bajo la arena', defiende la rutina como protección de la vida en pareja
Charlotte Rampling, uno de los rostros inolvidables de la historia reciente del cine, vuelve a las pantallas con Bajo la arena, una cinta francesa que concursó en el pasado Festival de Cine de San Sebastián y que se estrena hoy en España. A sus 55 años y después de voluntario distanciamiento del cine, dicen que provocado por una depresión, la actriz inglesa ha rodado cuatro películas francesas en los últimos dos años. En Bajo la arena, dirigida por François Ozon, se narra la historia de una mujer, Marie, que de la noche a la mañana se queda sola tras la extraña desaparición de su marido en una playa de las Landas. Es Bajo la arena una película que hay que leer e interpretar a través del rostro y la mirada de esta actriz de ojos verdes.
'El cine es eso, ser capaz de mirar las imágenes y comprenderlas. Su sentido no es único. ¿Qué pasa por la cabeza de Marie, la protagonista de Bajo la arena? Nadie lo sabe, pero, cuando tienes ganas de imaginártelo o saberlo, es que la película ha conseguido lo que quería', dice la actriz. En la cinta encarna a una mujer que va de fin de semana con su marido a la casa que tienen cerca de una playa, en las Landas. Él va a bañarse mientras ella lee tendida en la arena. Pasa el tiempo y él no vuelve. ¿Se ha ahogado o se ha ido? ¿Se trata de una muerte por accidente, de un suicidio o de una desaparición voluntaria? 'Cuando alguien se desvanece así es muy difícil de aceptar para los familiares. Para que alguien muera, los que siguen vivos tienen que ver el cuerpo o tiene que haberse producido un choque muy violento, algo que te permita aceptar que esa persona ya no está ahí. En los casos de desaparición te resulta imposible creer que él ha muerto, tiendes a imaginar cosas, a inventarlas. La realidad es inaceptable'.
El por qué aceptó rodar Bajo la arena tiene mucho que ver con el carácter aventurero de Charlotte Rampling, capaz de dejarse seducir por Luchino Visconti pero también por Adriano Celentano. 'Nunca he pensado mi trabajo de actriz de acuerdo con un plan de carrera. La verdad es que te presentan guiones y no hay muchos que sean buenos. Ozon vino a verme con un proyecto que no estaba totalmente escrito, del que sólo había un esbozo. Empezamos por rodar las secuencias de la desaparición de Bruno Cremer, mi marido, y hasta cinco meses después no reemprendimos el rodaje. Durante este tiempo François escribió la continuación de la historia'. El cineasta supo ganarse su confianza y ella se puso a su entera disposición. 'Me gusta que en la película haya pocos movimientos de cámara, que esté rodada con tantos planos fijos, pero que, gracias a ello, los movimientos cobran todo sus sentido, expresan el trastorno del personaje'.
Ella ha aportado muchos detalles a la hora de fabricar el personaje. 'A François le divirtió descubrir que no sé cocinar, que sólo soy capaz de preparar unas pastas, y lo incorporó a la historia. Las primeras secuencias con Bruno Cremer, las de la vida cotidiana del matrimonio, también salen de nuestras conversaciones'. Mientras toma un café y se deja fotografiar, Charlotte Rampling expone sus ideas sobre la vida matrimonial. 'La complicidad entre las parejas depende mucho de saber dejar que la rutina se instale en ellas. La rutina es una protección de la vida. La gente habla siempre mal de ella, pero tiene grandes virtudes. No es posible vivir siempre momentos excepcionales, distintos, sin saber qué va a ocurrir mañana'.
Le tranquilizó ver las otras cintas que Ozon había rodado antes. 'Es capaz de ser un director distinto cada vez, de ser la persona adecuada para cada proyecto'. Ella, como actriz, no está dispuesta a ser cualquier tipo de mujer, pero sí de ir hasta el final de la opción que elige. 'Creo que los actores no debemos entrometernos nunca en cuestiones de puesta en escena. Las actrices sabemos hacer eso mejor que los hombres, que tienen dificultades para aceptar que otro pueda mandarles, dirigirles'.
El personaje de Marie tarda en aceptar la realidad dramática que ha vivido. Necesita enfrentarse al irreconocible cuerpo en descomposición de su esposo para admitir, en su fuero interno, que la realidad ha vencido a su capacidad para inventar.
'La película está totalmente construida sobre las emociones, sobre lo que ocurre en el interior de esa mujer. El papel era un reto. Si no hubiese logrado que el espectador se interesase por Marie, creo que me hubiera replanteado seguir en este oficio. Es el cine que me gusta e interesa, y tenía que saber transmitir esas emociones de las que hablábamos con Ozon'. Y ahí está su cara, su respiración tras la mascarilla, mientras descubre la muerte, una muerte que también es un poco la suya, la de una parte de su vida. Bajo la arena es un documental sobre Marie, sobre una mujer de 50 años que va de un lado a otro. No sé muy bien si lo que busco en el cine es revivir algo que he vivido e ir hasta el fondo de ello, o si, por el contrario, lo que quiero es encontrar lo que desconozco. Es un misterio. Supongo que ese misterio es el que me empuja a seguir rodando'.
Babelia
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