'Ésta ha sido la bandera que he ganado más limpiamente en la Concha'
Martes, 11 de septiembre. Dos días después de la historia, Castro mantiene un vestigio de la marea roja en los balcones de las casas del puerto y en las camisolas rojas de la chavalería que pulula por la plaza del Ayuntamiento. Hasta José Luis Korta, patrón de Castro, colabora a la fotografía: en pantalón corto y camisola de manga corta, con el escudo de Castro en el pecho, afianza la impresión de que la regata de la Concha acaba de concluir y aún discute la polémica de las impugnaciones que demoraron su éxito y aquilataron su historial polémico. 'Korta tiene 52 años, era polémico cuando empezó y sigue siendo lo mismo, pero a los que hemos conseguido algo siempre nos vigilan muy de cerca. Mi abuelo decía que si alguien habla mal de tí es porque vives bien', dice él mismo.
'Mi abuelo decía que si alguien habla mal de tí es porque vives bien. A mí me pueden lanzar torpedos, pero siempre salgo a flote'
La imagen de Korta se ha asociado siempre a la disciplina y a la polémica, aunque el patrón más histórico del remo piensa que es una 'historia de la prensa. Muchas veces les he dicho 'por qué no ponéis: 'Korta protesta por esto y aquello'. Esta claro que si yo creo que tengo razón no me voy a callar nunca, porque yo digo las verdades', recalca.
En Castro, el asunto está finiquitado. La Marinera y su entorno han olvidado ya el asunto y ni siquiera recuerdan que el otro gran conflicto se vivió cuando Pedreña, 25 años antes, ganó la ilustre bandera. 'Hasta la afición de Orio, la mayoria', recuerda Korta, 'comprendió que Castro había ganado la regata limpiamente. Yo estaba seguro en el barco de que esta bandera no nos la podía quitar nadie. He ganado, con ésta, doce banderas en la Concha y no creo que haya ninguna ganada tan limpiamente'.
Korta recuerda ese tramo final de la regata en el que sólo pensaba en ganar la tanda, sin aspirar a la bandera: 'Yo iba a la baliza verde, que era la mía, y sabía que a Orio le estaba llamando la atención el juez por invadir nuestra calle. Entonces pensaba: 'Por ahí, chaval, no tienes nada que hacer . Yo no hacía nada. Era la trainera la que volaba encima de la ola y entonces el patrón sobra'.
Los remos
Pero, ¿chocaron o no los remos de las dos traineras? Ahí radicaba la cuestión que impidió a La Marinera recibir en el agua, como corresponde, la bandera de la Concha. 'Hubo un momento en que chocaron los remos. Nosotros dábamos la remada hacia adelante y ellos hacia atrás y chocaron, pero eso ocurre en muchas regatas y no significa abordaje alguno. Lo que estaba claro es que Orio corría por nuestra calle. Yo tiré por donde debía de ir, tuve la suerte de pillar una ola y pensé que podía ganar la tanda. Como iba de espaldas, yo no sabía la distancia que llevábamos a Orio, pero los remeros, que iban de frente, se dieron cuenta y entoncés grite: 'A por la bandera, a por la bandera', calculé las paladas de distancia y nos llevamos el triunfo'.
Luego llegó el escándalo, el lío, el riesgo. Algo que a Korta no le extraña, aunque, a sus 52 años, le siga incomodando. 'Ellos buscaban a Korta, no a Castro, querían guerra, buscaban otra batalla para ver si empataban la que habían perdido en el agua. Me dijeron de todo, pero yo sabía que en esa pelea no ganaba nada. Lo único que podía ganarme era un tortazo o dárselo yo a otro, pero con eso no ganamos ni él ni yo. Así que me aparté y agradecí el comportamiento de las dos aficiones, porque podía haber ocurrido cualquier cosa', afirma.
Korta ha sido idolatrado por hacer historia en Castro, villa marinera que vive las regatas con fervor incomparable en todo el Cantábrico. La marea roja, como se conoce a la movilización de su afición, no ha decaído ni en los momentos más bajos de su trainera. Sin embargo, el patrón de La Marinera fue el último de darse cuenta de que podían ganar en La Concha: 'Yo iba de espaldas y sólo miraba al costado, pero mis remeros iban de frente y se daban cuenta de que no sólo podíamos ganar la tanda sino la bandera'.
Ahora pasea por Castro entre homenajes populares y oficiales, aunque prevalece el orgullo que ondea en los balcones y que durará mucho tiempo como recibimiento al visitante y placer del lugareño. 'Me acuerdo cuando ganamos la Concha con Lasarte-Michelín y lo celebramos en el hotel Idoia, encima del túnel de Amara, con los remeros y los familiares, sin recibimiento alguno. Con Kaiku ya fue otra cosa. No llegamos en autobús descapotable, pero fuimos recibidos por el pueblo a bordo de un camión. Lo de Castro es espectacular. Con la historia de Orio en el remo y el apoyo popular de Castro habría que poner el cartel de 'no hay billetes' en muchas pruebas. No cabríamos en la regata', asegura.
Con 12 banderas en las vitrinas, Korta no ha perdido la ilusión. Para un competidor nato, siempre hay un reto que emociona. 'Es como la primera. Con Orio, perdimos una bandera en 1996 cuando el año anterior habíamos ganado todo, y el culpable, para el pueblo, fui yo. Fue muy desagradable para mí y para mi familia. Lo peor es el entorno, porque a mí no hay torpedo que me pueda hundir. Me pueden agujerear, pero siempre salgo a flote. Al año siguiente, ganamos la Concha. Yo no estaba en la trainera, pero fui con ellos a llorar de alegría cuando ganamos'.
El remero se jubila
Cosa rara. Korta, a los 52 años sigue ansiando el remo en su empuñadura, pese a que ello le acarree algunas enemistades y problemas en la trainera. 'Yo no sé si a esta edad se puede remar o no. A los caballos les miran el diente, pero igual un caballo viejo anda mejor que uno joven. Lo único que he tenido claro es que cuando me he puesto a remar era porque pensaba que La Marinera podía ir más rápida conmigo que sin mí, aunque supusiera dejar en tierra a un chaval que venía remando habitualmente. Pero también pienso que para ese chaval debe ser un estímulo personal ver remar a alguien con 52 años'.
La jubilación, sin embargo, está cerca. Si la mar está movida, a su gusto, Korta sostendrá el remo en la regata de Bermeo e intentará ganar la Liga A de traineras en la que anda entrometido. Si está en calma, dejará su lugar 'a alguien más apropiado'.
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