Un debate condicionado
La oleada de atentados que sufrió ayer Estados Unidos -tan lejos, pero tan cerca- va a condicionar el Debate de Política General que hoy tiene lugar en las Cortes Valencianas. Una sesión parlamentaria diseñada para repasar la gestión del Consell en el último año y fijar las líneas de actuación de futuro. La actuación de los terroristas convierte el análisis del pasado en poco menos que una anécdota y obliga muy seriamente a repensar un futuro que se intuye muy complicado. Si la desacerelación económica, más temprano que tarde, se iba a hacer notar en la Comunidad Valenciana, los hechos ocurridos ayer en Nueva York y Washington, con su correlato en las bolsas y el incremento del precio del petróleo, agudizan el proceso.
En este contexto, las especulaciones sobre si Eduardo Zaplana volverá a ser candidato por el PP en las próximas elecciones autonómicas o, por el contrario, cumplirá su palabra dada y se dedicará a otros menesteres políticos cobran una relativa importante; aunque sería conveniente que despejara cuanto antes las dudas para transmitir una imagen de estabilidad política más necesaria que nunca. Mantener indefinidamente la incertidumbre significaría una frivolidad política en esta nueva situación.
Es una obviedad el afirmar que los días de vino y rosas del gobierno valenciano han concluído. Las alegrías financieras, el endeudamiento ilimitado, las apuestas por los grandes proyectos emblemáticos, el derroche en fastos efectistas, el desarrollismo desbocado ya son cosas del pasado. Empeñarse en un discurso triunfalista, en un mirar hacia otro lado como si no hubiera ocurrido nada, en crear una realidad ilusoria con conejos sacados de la chistera no ayudará en nada a entender y afrontar una situación tan compleja y difícil como la actual.
Más que mirar al pasado es preciso afrontar el futuro, y los diputados de las Cortes Valencianas deberían actuar con responsabilidad, aún a costa de romper los discursos que con tanto mimo han peparado durante las últimas semanas. Se impone la austeridad y el rigor. Y en este punto cabe preguntarse si el actual Consell está preparado para afrontar este tiempo que encaramos. La realidad política es que, aún con viento en las velas, no son pocos los consejeros que demuestran un evidente agotamiento en su gestión, cuando no su incapacidad. Razones para realizar un cambio en profundidad en el Gobierno valenciano hay más que sobradas desde hace meses; pero el presidente Zaplana ha optado por mantener su equipo, entre otras razones, porque el espejo demoscópico siempre le es favorable. Pero los espejos son muy frágiles y el futuro es, desde ayer, muy oscuro.
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