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Entrevista:PALOMA JARA | Hepatóloga del hospital infantil La Paz de Madrid | Salud

'Habría que exigir un mínimo de casos al año para ser hospital trasplantador'

Unos 300 trasplantes hepáticos practicados en niños, con una media de 25 al año y unos resultados actuales que alcanzan el 92% de supervivencia, sitúan al hospital infantil La Paz de Madrid como el centro que más intervenciones de estas características ha realizado en España, entre los cuatro primeros de Europa y uno de los más punteros de todo el mundo. Al frente del equipo que desarrolla este trabajo está Paloma Jara, jefa del servicio de Hepatología y Trasplante Hepático Infantil del centro madrileño y presidenta de la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición (SEGHNP).

'El trasplante hepático está sometido constantemente a una serie de éxitos médicos, quirúrgicos y tecnológicos, y su evolución tiene mucho que ver con la experiencia de los centros', subraya. Para esta experta, que cuenta con 26 años de experiencia en hepatología infantil y 15 en trasplante (desde que en 1986 se realizara el primero en niños en este hospital), el concepto actual de experiencia de centro reúne tres condiciones básicas: que el centro donde se realice el trasplante sea siempre un hospital infantil, que cuente con una experiencia importante en las enfermedades hepáticas del niño y que desarrolle un número suficiente de trasplantes al año.

'Los trasplantes hepáticos en niños se deben hacer en hospitales infantiles'
'El centro debe hacer al menos entre 12 y 15 trasplantes de este tipo al año'

Actualmente, según Jara, las principales indicaciones del trasplante son las enfermedades congénitas; la más frecuente es la atresia de vías biliares (obstrucción de la vía biliar que produce una lesión o disfunción hepática), seguida de las colestasis familiares (enfermedades genéticas que conducen a cirrosis biliar) y de las enfermedades metabólicas.

La especialista de La Paz considera que los trasplantes hepáticos en niños se deben hacer siempre en hospitales infantiles, que 'gozan de una especialización no sólo en hepatología infantil, sino también en otras especialidades pediátricas', cuya intervención puede ser necesaria en una operación tan compleja como ésta.

'De igual modo, el éxito del trasplante hepático está muy relacionado con la experiencia del centro. Si se valora la experiencia de nuestro hospital desde 1986 y se divide en tres periodos, se observa que tanto la supervivencia del niño como la del injerto es mejor en la del tercero que en la del segundo, y en éste, sobre el primero. Uno de los hechos que más inciden en el buen resultado del trasplante es que cada especialista maneje su campo; es decir, que el aspecto médico sea competencia del hepatólogo, y los quirúrgicos, del cirujano', señala la hepatóloga.

Es responsabilidad del hospital que los trasplantes hepáticos infantiles, al igual que en los adultos, tengan una garantía de calidad, y para ello el centro debe realizar al menos entre 12 y 15 operaciones de este tipo al año.

'Debe conocerse', afirma, 'cuál es la incidencia de la enfermedad hepática en el niño y qué número de niños van a ser susceptibles de trasplantes. Los centros que no dispongan de un número de casos suficientes no deberían ser hospitales trasplantadores. Habría que exigir un mínimo de casos al año porque si sólo se hacen casos aislados no se alcanzan los mismos resultados de supervivencia'.

Según Jara, la mayor parte de los expertos coincide con este planteamiento, y hace referencia a un artículo publicado el año pasado en The New England Journal of Medicine que reflejaba los resultados de un estudio en el que participaban 19 centros estadounidenses. En él se llegaba a la conclusión de que aquellos centros que realizaban menos de 10 trasplantes al año no podían ser considerados centros trasplantadores, y también se observó que en los que se practicaban más de 12 la supervivencia era mayor que en los que se hacían menos.

También destaca el gran avance que se ha experimentado en el manejo y disponibilidad de los tratamientos farmacológicos utilizados para prevenir las infecciones y para la inmunosupresión, que evita el rechazo del nuevo injerto. Entre los primeros tienen especial relevancia los que se administran para ciertos procesos víricos, como los del virus de Ebstein-Barr o el citomegalovirus, que pueden ocasionar enfermedades muy graves, como tumores o síndromes proliferativos.

El manejo del tratamiento inmunosupresor exige una gran experiencia por parte del hepatólogo, ya que este tipo de terapia está presente en las distintas fases del trasplante: primero, una vez realizado el injerto, se utiliza para prevenir el rechazo (inmunosupresión primaria), y luego, si se produce rechazo, se administra un tratamiento más intensivo para evitar el retrasplante. El tratamiento inmunosupresor se emplea después de por vida, si bien se van reduciendo las dosis a medida que el paciente va aceptando el nuevo órgano.

'Para evitar el rechazo se debe contar con una gran experiencia en el tratamiento inmunosupresor, puesto que se manejan diferentes medicamentos. Es necesario crear un equilibrio adecuado entre la dosis para prevenir el rechazo y la dosis para evitar toda una serie de complicaciones que pueden presentarse por la inmunosupresión. Por otra parte, hay que resaltar que el buen manejo de estos fármacos ha propiciado que el 96% de los rechazos precoces remita sin retrasplante administrando un tratamiento inmunosupresor más intensivo', explica Jara.

Reducción hepática

La evolución del trasplante hepático desde el punto de vista quirúrgico se puede dividir en dos fases, según Paloma Jara. En la primera, desde 1986 a 1993, los trasplantes se realizaban con hígados enteros y muchos niños fallecían por no encontrarse un órgano adecuado a su tamaño. Y la segunda, a partir de 1993, en la que se empieza de forma selectiva con los programas de reducción hepática. Dos de los mayores adelantos han sido el desarrollo del injerto de hígado dividido, en que un hígado se utiliza para dos receptores, y el trasplante de donante vivo, en el que una persona viva, generalmente uno de los padres, cede parte del hígado al niño. Hasta el momento, en La Paz se han realizado 11 trasplantes de hígado dividido y 11 de los 12 que se han realizado en España de donante vivo. 'Desde 1993, cuando se realizó por primera vez el trasplante infantil de donante vivo en nuestro centro, que fue el primer caso en España, entre el 50% y el 55% de las intervenciones que practicamos se efectúan con hígados segmentarios, hígados divididos o de donante vivo', dice Jara.

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