Cuarta Pared da voz a los niños criados por los asesinos de sus padres

La sala Cuarta Pared ha inaugurado la temporada con Si un día me olvidaras, obra del joven y multipremiado dramaturgo Raúl Hernández Garrido. El montaje tiene forma y nombres de tragedia griega, pero cuenta un acabóse más cercano: los hijos bastardos de las sangrientas dictaduras, de la argentina y la chilena, en especial. Si un día me olvidaras relata al espectador una historia terrible: qué ocurre cuando uno descubre que quienes creía sus padres son, en realidad, los que torturaron hasta la muerte a los progenitores verdaderos. Es el horror, que no cesa: las mujeres detenidas cuando estaban embarazadas sirvieron de 'envases desechables' de los bebés, que nacieron en salas de tortura y que, al final, fueron a parar a los brazos de las esposas de los asesinos, porque las madres biológicas eran arrojadas al océano desde los aviones.

Si un día me olvidaras se vale de una mujer huérfana (la dictadura le arrebató a los padres) que va tras el rastro de un supuesto hermano y que, en verdad, encuentra a dos hijos de una familia ligada a 'las operaciones de limpieza'. Uno es vástago real de los torturadores y el otro es de los nacidos en los campos de tortura.

El problema es que la mujer no sabe cuál de los dos es su hermano. La realidad le prepara una sorpresa amarga: 'Encontrará en su enemigo al que tanto ha buscado'. Porque, como dicen desde las compañías Centauro y Astillero, hay quien prefiere olvidar para siempre para sufrir menos. 'Al descubrir su verdadero origen, algunos rechazaron a sus padres adoptivos, odiaron a los que tanto quisieron y buscaron una familia imposible, sin raíces materiales, nacida del dolor y de la rabia; pero otros prefirieron cerrar los ojos a la evidencia para no derrumbarse, como diciendo: Ustedes me admitieron y me dieron su cariño cuando yo no era nada para nadie'. 'Quiere ser testimonio de vidas rotas, de gente que ha de rehacerse por completo para lograr encarar la vida día a día', añade el autor.