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Entrevista:CARLOS TREVILLA | SECRETARIO GENERAL DE UGT-EUSKADI

'El nacionalismo ha ocultado siempre sus políticas neoliberales y conservadoras'

El secretario general de UGT en Euskadi, Carlos Trevilla (Villaverde de Trucios, 1946), prepara el comienzo de curso con una de sus obsesiones intactas: lograr la unidad de acción sindical. Su concepción de sindicalista de clase le obliga a pensar que sus compañeros de la central nacionalista ELA se van a dar cuenta de que los grandes desafíos sociales para los trabajadores llegan de la Administración central y que es imprescindible combatirlos juntos.

Pregunta. ¿Qué espera de la nueva consejería de Trabajo?

Respuesta. Me gustaría que se dedicara a resolver los problemas reales que tenemos los trabajadores y trabajadoras: un empleo que se deteriora en calidad y cantidad. Debe resolver los problemas de conflictividad con el Gobierno central. Todo pasa porque la consejería no sea meramente reivindicativa frente al Gobierno central, sino que resuelva problemas y gerencie sus competencias de acuerdo a parámetros de estabilidad y de progreso. Exigir el respeto a los trabajadores y no basar su acción únicamente en soberanizar en clave nacionalista todos los problemas.

'Hemos discutido mucho de reivindicaciones y competencias y poco de la gestión de las que se tienen'

P. ¿Cree que es realista?

R. Es necesario y como es necesario hay que hacerlo posible. Después de siete años de crecimiento ininterrumpido los problemas estructurales del mercado de trabajo, los nichos de desprotección y de marginación social siguen estando presentes. El plus de política social que nuestro autogobierno podía haber dado con una consejería llamada entre comillas socialdemócrata se tenía que haber notado en la realidad socioeconómica y sociolaboral.

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P. Al anterior consejero de Trabajo, Sabin Intxaurraga, se le acusaba de querencia a los sindicatos nacionalistas.

R. Si hoy se resuelve la fractura política y se contempla una construcción comunitaria e integradora en la sociedad vasca habrá efectos positivos en las relaciones laborales. El traslado de la confrontación política al terreno laboral ha sido terriblemente negativa para la situación de los ciudadanos marginados y para la cohesión social.

P. ¿Se van a poder impulsar cambios cuando se vislumbra una recesión o un parón en el crecimiento económico?

R. La entrada en una recesión es posible, pero no es segura. No es lo mismo hacer políticas de redistribución en recesión, pero son siempre necesario. El gran problema es que hemos vivido con políticas neoliberales, ausentes en la potenciación del empleo. Se ha dejado todo al mercado. Eso no es propio de la dimensión social del autogobierno. Hemos discutido mucho de competencias y reivindicaciones frente al Gobierno central y poco de la situación real de la gestión de las competencias que se tienen.

P. ¿Uno de los reproches que enviaría al anterior Gobierno vasco es que se ha dedicado más a discutir el modelo vasco que a la acción diaria?

R. En Euskadi vivimos permanentemente la discusión de modelos de Estado y no de modelos de sociedad. Eso significa también un déficit de la izquierda. Basta recordar cómo hubo un Gobierno con el apoyo de HB y se sacaron unos presupuestos restrictivos desde el punto de vista social. Eso responde fundamentalmente a la preminencia y prevalencia del debate político, en el que entran los derechos humanos y, sobre todo, al permanente ocultamiento que ha sabido hacer el nacionalismo vasco de sus políticas neoliberales y conservadoras.

P. ¿El terrorismo y el modelo vasco van seguir todavía marcando la agenda?

R. Tengo que ser esperanzado y tengo que decir que la sociedad vasca tienen que trabajar para que esto no sea así. He vivido con cansancio y aburrimiento la fractura que se vive en el mundo sindical. Esa fractura no ha dado buenos resultados sociales. Pero la fractura sindical no es más que la expresión social de la política. Eso no es bueno para la sociedad vasca, para la cohesión social. No podemos discutir únicamente cuánto de españoles queremos ser. También tendremos que discutir cuánto de izquierda o de derechas queremos ser.

P. ¿En qué se debe avanzar?

R. La UGT ha reivindicado que las instituciones tienen que entenderse para resolver los problemas reales de la ciudadanía. Lo primero es defender los derechos cívicos y la libertad de todos los ciudadanos. Estamos asistiendo a una cooperación que parece puede ser un punto de partida para que las instituciones nos garanticen vivir en paz y libertad. Eso tienen que darse también en el área sociolaboral con la transferencia de las políticas activas de empleo y la gestión de la Seguridad Social. Está bloqueado y parte de la discusión política debe ser para desbloquearlo y hacer que el cumplimiento del Estatuto sea una realidad, por oxigenación democrática y seguridad cívica. Si no se da es porque unos están en el más allá y otros en el más acá. Unos en una utopía nacional vasca y otros en una posición de defensa constitucional que interpretan a su manera.

P. ¿Ve alguna posibilidad de reconversión en las relaciones con ELA?

R. La fiesta política en este momento está en el País Vasco, pero la sindical no. A lo primero que tenemos que hacer frente es a una reforma laboral de alto calado, que ha sido calificada de recesiva, negativa e innecesaria. Supone un recorte de derechos laborales y supone un fortalecimiento de la patronal. La segunda cuestión es la reforma del sistema de pensiones y su privatización. Y la tercera, la negociación colectiva, que no es contra un modelo sindical concreto, sino contra el derecho a la misma. Quieren que la negociación colectiva deje de ser un cauce esencial de la regulación de los derechos laborales, de redistribución de renta y de corrección de las desigualdades. El sindicalismo está atacado en su conjunto y eso debe plantear la desnacionalización del debate sindical y su socialización. Eso supone que la recuperación de la unidad de acción entre los sindicatos nacionalistas y no nacionalistas, entre ELA y UGT, va a depender de dos cosas: el grado de agresión del Partido Popular a los derechos de todos los trabajadores vascos, nacionalistas y no, y el grado de inteligencia sindical para saber operar más allá del ámbito exclusivamente vasco.

P. ¿Quiere esto decir que, pese a la fuerza en Euskadi de ELA, si no hay unidad se va a quedar fuera?

R. No. Sencillamente, que en este país se siguen criticando las políticas regresivas del PP, que son un chaparrón, y no hay capacidad de conflicto en el ámbito estatal. Aquí lo pagarán los trabajadores vascos.

P. ¿Ya no piensa que el enemigo de los sindicatos sea la patronal, sino el Gobierno?

R. Sí. Vivimos una situación terriblemente incomoda para los sindicatos. El Gobierno ha decido intervenir en las relaciones laborales y la patronal ha dicho que es perfecto, ya que por la vía de la negociación no llega a acuerdos. Todo significa que el Gobierno se convierte en adalid del ajuste económico. El Gobierno central ha arruinado en connivencia con la patronal el diálogo social. Cuando en un país se arruina el diálogo se está generando una conflictividad que tarde o temprano se va a realizar. La pelea sindical no está en el marco vasco y Hobetuz es una anécdota.

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