La estrategia de Sharon: un juego delicado y complejo
Con el entusiasmo propio del inventor que proclama ¡Eureka!, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, declaró hace unos días haber descubierto la fórmula para manejar una Intifada que suma ya 11 meses. Con una combinación de ataques con columnas blindadas sobre ciudades bajo control palestino, operaciones de comando, asesinatos, vengativos ataques aéreos y bloqueos de pueblos y aldeas, Israel logrará someter a los palestinos, sugirió Sharon.
Pero al mismo tiempo, el primer ministro ha dejado claro que evitará un ataque a gran escala que pueda destruir a la Autoridad Nacional Palestina de Yasir Arafat y generar una condena internacional. 'La campaña debe ser conducida de forma que operemos contra el terror hasta que consigamos reducirlo, y al mismo tiempo esto no haga que perdamos apoyo político', manifestó Sharon la semana pasada. 'Éste es un juego delicado y complejo', puntualizó.
Pero seis meses después de que Sharon llegase al poder, la violencia continúa cobrándose vidas israelíes y palestinas. Y no es difícil de imaginar que la estrategia de Sharon empezará muy pronto a pasar factura en términos de paz y seguridad. La inflexible postura militar adoptada por el primer ministro, conjugada con su negativa a negociar con los palestinos mientras la violencia prosiga, le ha hecho ganar un espectacular apoyo en casa. Tres cuartas partes de los israelíes le califican de buen primer ministro, y dos tercios aprueban su forma de manejar el conflicto, según una encuesta publicada en el diario Yedioth Aharonoth el viernes.
Serias dudas
Y, sin embargo, muchos de los encuestados tienen serias dudas de que la estrategia de Sharon consiga parar la violencia. 'Para que Arafat cediese tendría que demostrar a su pueblo que existe algún tipo de compensación por parte israelí', dijo Yossi Alpher, un analista israelí. 'Y claramente el plan político de Sharon está lejos de ofrecer compensación alguna'. Sharon ha dejado ver muy poco de las concesiones que estaría dispuesto a hacer en aras de la paz, además de pedir a los palestinos que cese de una vez por todas la violencia antes de iniciar cualquier negociación.
Algunos analistas consideran que Sharon está preso dentro de una camisa de fuerza política. Si lanza un ataque desmedido sobre los palestinos, provocará una protesta internacional, perderá a sus aliados políticos más moderados y desencadenará el colapso de su Gobierno de unidad. Pero si hace un gesto dramático hacia los palestinos -como cerrar los asentamientos judíos en Gaza, por ejemplo- podría arriesgar su nucleo electoral y, muy probablemente, el liderazgo del partido Likud en favor del ex primer ministro Benjamín Netanyahu.
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