Arenal entre dos ríos
Una voz que cautiva me pide que hable de la playa de mi infancia. Tiemblo. Vivo en el presente inmediato, por eso retroceder en el tiempo (sospechosa tendencia en auge) me intranquiliza. No obstante, por obediencia a esa voz haré un breve ejercicio de aproximación.
Eran pocos los que iban a la playa antes del 16 de julio, festividad del Carmen. No era sólo una cuestión religiosa -bendición de las aguas- sino práctica: no había autobuses de la empresa Esteban hasta ese día. La playa de Palmones está ubicada en el término municipal de mi pueblo, Los Barrios (Cádiz). La distancia entre ambos núcleos es de cuatro kilómetros.
Ese día 16 de julio era una fiesta para los más pequeños. Supongo que los adultos, en especial las madres, la vivirían con inquietud. Los médicos de entonces recomendaban 15 baños, no sé por qué. Pensando en la actualidad de la capa de ozono, tal vez tuvieran razones profundas. Sea como fuere, para nosotros suponía un encuentro con el mar deseado y temido.
Palmones era el típico pueblo marinero con gente humilde y encantadora, huertos por doquier y una playa que me parecía muy grande. Estaba limitada por dos ríos: el Palmones, que suponía la frontera con la playa del Rinconcillo (Algeciras), y el Guadarranque, con San Roque. Como telón de fondo el Peñón de Gibraltar, siempre fiel a sí mismo, como cualquier piedra (tomen nota los humanos).
En el río Palmones teníamos prohibido bañarnos. Las narraciones de los adultos sobre su peligrosidad, con centenares de ahogados incluidos, provocaban nuestra curiosidad. Un acto de rebeldía (de la de antes) era aproximarnos y tocar sus aguas. Había castigos, pero como los 15 baños, según los médicos, no podían ser interrumpidos, estábamos ¡salvados!
Más recuerdos. No había apenas sombrillas, ni toallas de muchos colores. Los bronceadores eran caseros. Las neveras portátiles eran melones, sandías y botellas de gaseosa clavadas en la orilla. Pero estábamos nosotros. Vino el progreso y la playa fue una parte más de la zona industrial. El desarrollo no ha sido ni sostenido ni sostenible, ha sido desastroso. Hoy se lucha, parece ser que con cierto éxito, por recuperar el equilibrio ecológico perdido.
La voz me advierte que son 45 líneas. Palmones hoy es un pueblo industrial, marinero y un emporio gastronómico que conserva, al menos, el silencio del atardecer. Nosotros, los niños de entonces, nos empeñamos en crecer, que es una manera tragicómica de existir.
José Chamizo es defensor del pueblo andaluz y nació en Los Barrios en 1949.

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