_
_
_
_
ASTE NAGUSIA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hasta que aguante

La crónica festiva, según va relatando la prensa, adquiere con el paso de los días un cierto aire competitivo, atlético, más propio de unas olimpiadas que de una ociosa celebración. La única competición que parece imponer la fiesta es conseguir que el cuerpo aguante.

Uno no sabe cómo se vive la fiesta en las redacciones (quizás con franca abnegación: trabajo obliga) pero los periodistas se hunden psicológicamente en el fervor festivo y consideran esto de la Aste Nagusia como un desafío a nuestra capacidad de resistencia biológica. Aún no han aparecido explícitamente, pero seguro que lo harán. Son esos titulares heroicos, épicos, tenaces, que airean la maratoniana capacidad de la multitud para seguir adelante, para bailar, para beber, para seguir despiertos, más allá de todo límite de resistencia. 'Hasta que el cuerpo aguante', 'Ni un minuto de descanso', 'Resistiendo hasta el último día', 'Aún quedan ganas de fiesta', 'Hay que llegar al final'.

Los cronistas nos invitan al dolor resistente, a vencer la extenuación, a prolongar la vigilia en una orgía de desenfreno. 'Seguimos adelante', 'Un esfuerzo más', 'Rotos, pero contentos', ''Hasta el último aliento', 'Hasta el impulso final'. En la prensa hay algo que trastoca la Aste Nagusia en una especie de Larga Marcha maoísta, donde el esfuerzo por llegar hasta el refugio se ve salpicado por cadáveres, por heridos, por pusilánimes que desisten o claudican. Se impone la vigilia, el esfuerzo, la prolongación de la fiesta más allá de todo límite humano, y uno lee estas cosas cariacontecido (o acaso verdaderamente intrigado) pensando cuántos verdaderos bilbaínos serán capaces de pasarse una semana de vigilia sin acceder a la tregua del sueño.

El legendario lenguaje de las crónicas se va agravando a medida que pasan los días y concentrará sus titulares más denodados e invencibles para el próximo fin de semana, cuando la fiesta se transforme en una especie de ruidosa y prolongada traca final. De hecho, el viernes es Día Grande, el Día Grande de la Semana Grande. Jamás se conoció mayor apoteosis de la enormidad.

Bueno, ánimo, esfuerzo, capacidad de resistencia. No hay que doblegarse al sueño y al cansancio. Este es el mensaje que va a precipitarse a lo largo de los próximos días. Los titulares marcarán la épica de la fiesta en medio de un rebozo de fotos orgiásticas, que habrán sido testigos de la parafernalia festivalera de la noche anterior. 'Hasta que el cuerpo aguante', volverá a escribirse, como en otros años. Hasta que el cuerpo aguante, en efecto, o bien, a la vista de ciertos sacos etílicos que decorarán las calles, habría que decir más bien: 'hasta que el cuerpo aguantó'.La crónica festiva, según va relatando la prensa, adquiere con el paso de los días un cierto aire competitivo, atlético, más propio de unas olimpiadas que de una ociosa celebración. La única competición que parece imponer la fiesta es conseguir que el cuerpo aguante.

Uno no sabe cómo se vive la fiesta en las redacciones (quizás con franca abnegación: trabajo obliga) pero los periodistas se hunden psicológicamente en el fervor festivo y consideran esto de la Aste Nagusia como un desafío a nuestra capacidad de resistencia biológica. Aún no han aparecido explícitamente, pero seguro que lo harán. Son esos titulares heroicos, épicos, tenaces, que airean la maratoniana capacidad de la multitud para seguir adelante, para bailar, para beber, para seguir despiertos, más allá de todo límite de resistencia. 'Hasta que el cuerpo aguante', 'Ni un minuto de descanso', 'Resistiendo hasta el último día', 'Aún quedan ganas de fiesta', 'Hay que llegar al final'.

Los cronistas nos invitan al dolor resistente, a vencer la extenuación, a prolongar la vigilia en una orgía de desenfreno. 'Seguimos adelante', 'Un esfuerzo más', 'Rotos, pero contentos', ''Hasta el último aliento', 'Hasta el impulso final'. En la prensa hay algo que trastoca la Aste Nagusia en una especie de Larga Marcha maoísta, donde el esfuerzo por llegar hasta el refugio se ve salpicado por cadáveres, por heridos, por pusilánimes que desisten o claudican. Se impone la vigilia, el esfuerzo, la prolongación de la fiesta más allá de todo límite humano, y uno lee estas cosas cariacontecido (o acaso verdaderamente intrigado) pensando cuántos verdaderos bilbaínos serán capaces de pasarse una semana de vigilia sin acceder a la tregua del sueño.

El legendario lenguaje de las crónicas se va agravando a medida que pasan los días y concentrará sus titulares más denodados e invencibles para el próximo fin de semana, cuando la fiesta se transforme en una especie de ruidosa y prolongada traca final. De hecho, el viernes es Día Grande, el Día Grande de la Semana Grande. Jamás se conoció mayor apoteosis de la enormidad.

Bueno, ánimo, esfuerzo, capacidad de resistencia. No hay que doblegarse al sueño y al cansancio. Este es el mensaje que va a precipitarse a lo largo de los próximos días. Los titulares marcarán la épica de la fiesta en medio de un rebozo de fotos orgiásticas, que habrán sido testigos de la parafernalia festivalera de la noche anterior. 'Hasta que el cuerpo aguante', volverá a escribirse, como en otros años. Hasta que el cuerpo aguante, en efecto, o bien, a la vista de ciertos sacos etílicos que decorarán las calles, habría que decir más bien: 'hasta que el cuerpo aguantó'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_