'En el movimiento de los toros vive su mayor potencia plástica'
Tomás Ondarra (1963) es bilbaíno y ha ejercido como tal tanto en su ciudad natal como en Latinoamérica, especialmente en Argentina, donde trabajó casi dos años como infógrafo en el diario La Nación. Actualmente es redactor jefe de Infografía de EL PAÍS. Con una clara vocación de pintor, expone una quincena de óleos de tema taurino en el Hotel Ercilla en una muestra que se inaugura hoy y estará abierta hasta el próximo día 26. Es la cuarta vez que exhibe su trabajo en la capital vizcaína.
Pregunta. ¿Por qué el tema de toros?
Respuesta. Porque plásticamente tiene mucho atractivo. Es verdad que no soy un entendido sobre el tema. Sólo diré que he ido a los toros desde muy pequeñito.
P. Además de eso, ¿hay algún componente especial que le atraiga de ese mundo?
R. También existe la parte dramática, quizá la más importante, el que el torero se juegue la vida delante de un toro.
P. En un lance con el capote, de cintura para abajo la anatomía del torero es normal, mientras la parte superior queda como enanada. ¿A qué se debe?
R. Es un estilo en mí. Desde que empecé a realizar ilustraciones en los periódicos, quería resaltar cosas para que el lector se fijara en la ilustración.
P. ¿Es como querer plasmar un choque, una llamada de atención?
R. Un choque distorsional. El torero es una figura muy vertical; es un tipo delgado, alto, con el pelo engominado, muy chuleta. Junto a eso, trato de representar la enorme dimensión del toro. De ahí que los toros de mis cuadros sean exageradamente grandes, porque es posible que el torero lo vea así de grande...
P. ¿Sería el modo de que el espectador de sus cuadros viera que en el encuentro de toro y torero existe un gran riesgo?
R. Sí, sí, sí. Además, en Bilbao siempre han traído toros grandes. De ahí lo de la distorsión.
P. A veces parece como si toro y capote fueran como lomas que se encuentran. En un verso, Miguel Hernández habla de cordilleras de toros...
R. Sí. En uno de los cuadros, en el que el torero recibe al toro a porta gayola, el toro y el capote están fusionados entre ellos e incluso fundidos, a su vez, los dos elementos con el horizonte.
P. En algún cuadro se palpa que el capote y el toro se van enlazando con un ritmo armónico y vertiginoso, al mismo tiempo, en tanto el torero parece levitar...
R. Soy consciente de ello. Lo que pasa es que si hubiese metido sombras al toro y al torero estaría todo más asentado. Sin embargo he preferido la otra opción.
P. ¿Por qué hay más escenas con capote que con muleta?
R. Porque el capote da muchísimo más juego en el movimiento del torero. También posee más color. Por otra parte, me permite que todo ese movimiento tenga relación con las texturas.
P. ¿Los colores de los vestidos de los toreros son oscuros para dotar a cada escena de una mayor dramaticidad?
R. Sin duda por ese sentido trágico o dramático, pero también porque son colores que me gustan. Si el vestuario del torero es oscuro, me parece que posee una presteza más elegante que si va con tonos claros. Y la profusión de azules en mis cuadros es por la influencia de Bilbao. Es como si me recordaran que soy de aquí.
P. ¿Hay algo de Bernard Buffet en lo que atañe a la figura del torero?
R. Sí puede haberlo, como también hay algo de Toño Benavides, un ilustrador amigo que me gusta mucho, que es de la corriente de pintores leoneses. Así mismo, mis trabajos tienen mucho que ver con la técnica que utiliza en estos momentos un compañero mío, Agustín Sciammarella. Cuando estaba trabajando sobre estos cuadros, Agustín me animó para que utilizara mucho más aguarrás, más agua, más ceras.
P. Por encima de todo, lo que destaca en sus cuadros tiene que ver con la búsqueda del movimiento. ¿Es una constante en sus trabajos taurinos?
R. Sí, porque creo que es lo más bello y donde reside una mayor potencia plástica.
P. ¿Cuál es la intención de huir de los cielos claros, que, por otra parte, serían los típicos testigos inequívocos de las tardes de toros?
R. En todos los cuadros aparece el predominio de los oscuros, porque para mí el toreo es puro dramatismo, pura tragedia. Soy de los que va a la plaza y prácticamente no hablo hasta que acaba la corrida. Lo que pasa allí en el ruedo merece un gran respeto. Y en mi caso, a la hora de pintar, todo parece indicar que ese respeto debo reflejarlo así.
P. Vistos desde muy cerca, los trajes de luces de los toreros resaltan bastante...
R. Llevan un montón de ingredientes, desde óleo dorado, hasta purpurina, y también está tratado con pinceles muy finos que son los que dan vida a la tinta china, además de utilizar los rascados, entre otras técnicas.
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