Cautelosa OTAN
La decisión de la OTAN de despachar una avanzadilla de 400 soldados británicos a Macedonia para instalar el cuartel general que permita en su caso el despliegue de los 3.500 previstos es una buena noticia, por mucho que esté rodeada de cautelas. La llegada de este contingente simbólico a Skopje, este mismo fin de semana, no presupone el envío automático de la fuerza encargada de recoger el armamento de los insurgentes albaneses, pero presumiblemente reforzará la precaria y última tregua en vigor. Sólo si un equipo de expertos certifica la consistencia del alto el fuego, el grueso de la fuerza aliada, incluyendo tropas españolas, desembarcará finalmente en Macedonia el mes próximo.
La OTAN, con la reticencia de algunos de sus miembros, ha dado el paso tras el pacto del martes entre el jefe político de los rebeldes y el mediador de la Alianza, por el que éstos se comprometen a desarmarse a cambio de una amplia amnistía del Gobierno macedonio. Pronto se verá si la decisión de Bruselas es capaz de rescatar a Macedonia del filo de la guerra civil. Comienza ahora, tras el anuncio del frágil compromiso entre los partidos de las dos comunidades para reformar la Constitución y garantizar mayores derechos a la minoría albanesa, una carrera de obstáculos, con mes y medio de plazo, atizada por su mismo calendario y la vaguedad de algunos acuerdos. Los cambios deben ser ratificados por el Parlamento en un proceso por etapas y simultáneo al desarme de la guerrilla. El legislativo, así, ha de aprobar la ley sobre amnistía, pero sus debates sólo comenzarán después de que la OTAN confirme la entrega de al menos la tercera parte del armamento en manos rebeldes. ¿Quién decide cuál es la tercera parte de un arsenal cuya magnitud la misma Alianza dice desconocer? La Cámara macedonia, en fin, no adoptará en firme las reformas hasta que no se haya confirmado el desarme y la disolución de los insurgentes.
Parece llegada la hora de la verdad a la pequeña ex república yugoslava que consiguiera su independencia sin disparar un tiro. Si los dirigentes eslavos y albaneses moderados son capaces de mantener el rumbo que ha guiado su agónica negociación, se habrá logrado un gran avance hacia una convivencia civilizada. El resto, lo más importante, depende de la actitud de una guerrilla que inició su revuelta en nombre de derechos ahora en vía de ser satisfechos.
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