Flores y devoción para la Paloma
Antes de guardar sus trajes de chulapos y chulapas, miles de personas acudieron ayer a saludar a la Virgen de la Paloma, en la última de las fiestas castizas del año.
Después de participar en la tradicional ofrenda de flores, gente de todas las edades se amontonó para escuchar la misa en honor a la Virgen. Sólo pudieron escuchar: había tantas personas que era imposible ver más allá de un montón de cabezas.
Paloma, una chica mexicana, cuenta que cuando llegó a Madrid, hace seis meses, lo primero que hizo fue visitar a la Virgen. 'Vine a pedirle que me fuera bien aquí. Quería sentirme acompañada y era como buscar a mi mamá española', comenta esta estudiante de 22 años. Después le contaron que la Paloma era muy querida por los madrileños y decidió que su próxima visita 'obligada' serían las fiestas del 15 de agosto. 'Es emocionante ver que la ciudad se paraliza por estos festejos. Te das cuenta de la necesidad que tiene toda la gente de creer en algo y sentirse protegida', reflexiona.
'Dicen que una vez, hace muchos años, durante un incendio, la Virgen se le apareció a los bomberos y los protegió con su manto', recuerda, por su parte, uno de los hombres encargados de jalar la carroza.
Como cada año desde 1939, el cuerpo de bomberos participó en la bajada del cuadro de la Paloma y en la procesión por el distrito de Arganzuela. Niños y adultos ataviados con sus trajes típicos caminaban solemnemente detrás de la Virgen, una de las más queridas de Madrid.
La banda militar, la de la Guardia Civil y un conjunto de Toledo musicalizaron el recorrido de la Paloma, una tradición de hace más de 200 años y que sigue viva.
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