¡A gastar agua!
Cuando por fin tenemos los pantanos llenos de agua, parece que hay prisa por gastarla. Durante la sequía de los años 1991-95 llegamos a tener los embalses vacíos, se prohibió regar y sufrimos duras restricciones en las ciudades. ¿Ya se nos ha olvidado?
En la pasada década se han construido en la cuenca del Guadalete dos grandes embalses -Zahara-El Gastor y Guadalcacín II- y un trasvase desde el río Guadiaro. Miles de millones de pesetas invertidas y obras con alto impacto ambiental para garantizar en teoría el abastecimiento a campos y ciudades.
Pero llegan las centrales térmicas, la mayoría promovidas por multinacionales norteamericanas, que pretenden gastar el agua que tanto esfuerzo nos ha costado almacenar. Entre las tres previstas en Arcos consumirán más de 20 hectómetros cúbicos al año, equivalente al abastecimiento de una ciudad de 200.000 habitantes. No les importa contaminar, porque su gobierno les permite emitir todo el CO2 (anhídrido carbónico) que quieran, lo del efecto invernadero les trae sin cuidado.
La Comunidad de Regantes de Guadalcín apoya la instalación de las térmicas: han firmado un acuerdo con Enron a cambio de 450 millones. ¿Suena a soborno, no?
Pero lo más grave es la impunidad con que se vulneran las normas legales de gestión del agua. El agua es un bien de dominio público, las concesiones se tienen que realizar según lo previsto por el Plan Hidrológico del Guadalete. Este Plan, norma aprobada por Decreto por el Gobierno central hace tan sólo dos años, estipula que los recursos de agua existentes, incluido el trasvase, son equivalentes a las demandas, o sea, no sobra ni una gota de agua en esta cuenca. Los 12 hectómetro cúbicos que destina el Plan a demandas industriales se los llevaría en su totalidad una sola de las tres térmicas, la de 1.200 megavatios de la empresa Enron.
El trasvase del Guadiaro, aprobado por la Ley 17/1995, se justificó por las restricciones que venían soportando 800.000 habitantes de los municipios de la denominada 'zona gaditana'. La Ley autoriza el trasvase de agua exclusivamente para el abastecimiento urbano de 15 poblaciones, incluidas las del Marco de Jerez y la Bahía de Cádiz. La localización de estas tres térmicas no coincide con ninguna de las poblaciones mencionados en la Ley. Por tanto, intentar desviar el agua del trasvase del Guadiaro a las térmicas es una manifiesta ilegalidad.
¿Qué han hecho los responsables de las distintas administraciones implicadas ante este despropósito? La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir es cómplice de esta trama de corrupción hidrológica. Los ayuntamientos a los que se les quitará el agua han reaccionado tarde. Los del Campo de Gibraltar, los más perjudicados por el trasvase, callan. Es necesario que recurran la concesión de 12,24 hectómetros cúbicos que acaba de aprobar la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir para Enron. Del Ayuntamiento de Arcos qué decir, por unos millones de pesetas de licencias de obras es capaz de hipotecar el futuro de la sierra de Cádiz y dejar sin agua a miles de gaditanos. ¿Y la Junta? Su actuación ha sido contradictoria. En un primer momento apoyó la instalación de las térmicas votando a favor de la concesión de aguas en el Consejo de Agua de la Cuenca. Ahora anuncia que recurrirá esta concesión; Ecologistas en Acción ya lo ha hecho. El presidente Chaves ha pedido una moratoria y la necesidad de planificar el sector energético andaluz. En Andalucía está prevista la instalación de 12 centrales térmicas de ciclo combinado, lo que provocaría la emisión de millones de toneladas de CO2 causante del efecto invernadero -España ya ha superado con creces el tope estipulado en el Protocolo de Kioto- y colapsaría las posibilidades de desarrollo de las energías alternativas autóctonas, como la solar, la eólica y la biomasa.
Más inexplicable es la actitud de la Comunidad de Regantes de Guadalcacín, los que peor lo pasaron durante la pasada sequía. Apoyan la instalación de las térmicas, ¿que por qué? Han firmado un contrato con Enron apoyando la concesión de agua a cambio de recibir 450 millones de pesetas. ¿Suena a soborno, no?
El agua que no gastemos hoy la tendremos mañana. Hay que aprender a administrarla bien para que nunca más suframos restricciones. Déjenla en los pantanos y acuíferos. El día que haga falta, que con el cambio climático que provocan las térmicas será más pronto que tarde, lo agradeceremos todos.
Juan Clavero es coordinador de Ecologistas en Acción y miembro de la Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua.
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