Los 'clientes especiales' llevaban el dinero a Gescartera en maletas
El principal imputado de Gescartera, Antonio Rafael Camacho, ha declarado ante la juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios que en la agencia de valores de la que han desaparecido 18.000 millones había una lista de 'clientes especiales' que le entregaban grandes cantidades de dinero, según fuentes de la investigación. Un dinero que llegaba a sus manos en maletas o cheques, siempre por debajo de medio millón de pesetas para evitar dejar rastro ante Hacienda.
Camacho se negó a identificar a sus 'clientes especiales', aunque dejó entrever que se trata de personas importantes, 'de alto standing', entre los que fuentes próximas a la investigación mencionan 'políticos y periodistas económicos'. Sin embargo, se avino a especificar que el montante de sus aportaciones rondaba un 30% del volumen de Gescartera, lo que se sitúa en unos 5.000 millones o 6.000 millones de pesetas.
Las declaraciones del principal acusado en este escándalo, que acudió a la Audiencia Nacional por tercera vez el jueves pasado, se unen a las crecientes indicaciones de que una parte importante del dinero desaparecido en Gescartera era negro.
Ante el cúmulo de evidencias, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, tuvo que anunciar el sábado la apertura de una investigación interna para 'esclarecer las actuaciones de la Agencia Tributaria en relación con el caso Gescartera'. Aparentemente, Hacienda no detectó en todo este tiempo el flujo de miles de millones de pesetas de dinero fiscalmente opaco por las manos de Camacho.
Operaciones a corto plazo
Empleados de Gescartera que han declarado como testigos han cuantificado en 'unos 40' el número de estos clientes especiales, y han subrayado ante el juez que los llevaba 'personalmente Camacho'. Se trataba de operaciones de muy corto plazo (tres y seis meses) y a un alto tipo de interés (8%, o incluso 10%, según las cantidades aportadas). Camacho afirmó que este sistema, y sus exigencias de entrada continua de capitales frescos, en la típica estafa piramidal, fue la causa última de la ruina de la agencia de valores. Los 'clientes especiales' de Camacho, según fuentes de la investigación, le entregaban el dinero, 'a veces en metálico, incluso en maletas, y a veces en talones al portador, todos por una cuantía inferior a las 500.000 pesetas para no dejar rastro bancario'. Los empleados de la agencia han declarado que esos cheques eran, sistemáticamente, de 495.000 pesetas cada uno. Fue con este dinero con el que el propietario de Gescartera, siempre según su versión, trató de levantar la situación de la agencia, muy deteriorada por la sucesivas 'minusvalías' de sus operaciones bursátiles.
Captadores de capital
Camacho se sirvió de su círculo interno de captadores de capitales, al margen de los comerciales de Gescartera, para atraer a sus inversores especiales. En su declaración, negó que se tratase necesariamente de dinero negro. Su explicación apunta a que el dinero sería negro según lo tuviese o no declarado el cliente al fisco. En cambio, si Gescartera lo tenía contabilizado correctamente no tendría por qué ser considerado dinero negro. El problema es que esa contabilidad puede calificarse de cualquier cosa menos correcta, según descubrió el 14 de junio la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Una de las empleadas, Ángeles Leis -que trabaja en Gescartera desde 1991 y que llegó a la empresa porque su padre conocía a Camacho- declaró ante la juez que en Gescartera había un grupo 'de unos 40' clientes 'individuales y que no tenían nada en común' y que llevaba personalmente Camacho. Esos clientes hacían los ingresos por '495.000 pesetas'. Esta testigo añade que con esos talones se pagaba a otros inversores, aunque 'hay otros cheques que no sabe adónde iban'.
Camacho, en su declaración ante la juez del jueves, no dio tantos datos. Su testimonio estuvo rodeado de inconcreciones en aquellos extremos en que no le interesaba entrar, sin importarle que el resultado de su declaración pudiera parecer incoherente.
Otro testigo, Justo Martín Sánchez, que lleva trabajando dos años y medio en Gescartera y que se dedicaba a la compraventa de valores, declaró que 'cuando llegó al departamento se encontró con una cartera de valores y donde realmente participó fue en deshacer esa cartera'.
Este testigo añadió ante la juez Palacios que 'la inactividad fue prácticamente total en el año 2000 y 2001'. Pero que en este último año y medio el empleado sí se encargaba, en ciertas ocasiones, de realizar una operación a cuatro bandas con intermediarios financieros que él veía 'un poco rara', pero por la que 'nunca preguntó a sus superiores'.
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